viernes, 17 de abril de 2009

Los archivos de Benaocaz: El descubrimiento de la Mesta en Andalucía por Manuel Cabello Janeiro


Manuel Cabello hizo sus estudios de magisterio ya mayor, con cinco hijos en el mundo y muchas ganas de hacer cosas nuevas. Su primer destino fue Igualeja, un pequeño pueblo de Málaga, y después estuvo en Benaocaz. Allí descubrió, a principios de los setenta, que el Archivo Municipal estaba muy abandonado. Era de los pocos archivos de la zona que había sobrevivido al paso del tiempo, a las guerras, a los incendios y a las inundacionones, pero, no obstante, estaba descatalogado y arrinconado. Obtuvo el permiso necesario, gracias a su interés y a ser maestro, para organizarlo y estudiarlo, y, trás meses de estudio y trabajo, consiguió hacer varios descubrimientos muy importantes. En el capítulo XX de su primer libro :"Ubrique, encrucijada histórica", podemos leer la interesante historia que transcribimos a continuación. Antes debemos aclarar que es el relato novelado de la investigación contado como si una pandilla de jóvenes (en realidad eran los componentes del grupo de Misión Rescate 208) lo contara en primera persona.

CAPÍTULO XX

BENAOCAZ GANA UN PLEITO CONTRA LOS PRIVILEGIOS REALES DE LA MESTA



La pandilla, como ya hemos comentado, estuvo durante varios años rastreando, nunca mejor dicho, el Archivo Histórico de Benaocaz. Legajos y más legajos habíamos estudiado y ciertamente en nosotros se despertaba una inusitada curiosidad ya que el contenido histórico-cultural de estos librotes no sólo se refería a la sin par villa benaocaceña, sino a toda una comarca o región, la denominada Serranía Gaditana. Y, desde luego, cada vez que localizábamos algún nuevo dato de interés´la alegría nos inundaba y lógicamente hacíamos comentarios entre las personas que andaban a nuestro alrededor... Pero había una persona, nacida en Benaocaz y residente en la capital española, Profesor de Lenguas Clásicas en un instituto madrileño, a la cual dábamos el "parte" casi a diario, primero por ser benaocaceño y segundo porque, según él, estaba casi tan interesado como nosotros en el Archivo. Él mismo sería quien nos orientara en esta nueva singladura que comentamos para revalorizar uno de los textos encontrados, concretamente el que se refiere a "Privilegiados de Mesta".
Sus palabras nos dieron idea de que se trataba de un valiosísimo libro olvidado, que no debía quedar en el montón, hipótesis que se potenciaría cuando llegáramos a las conclusiones finales tras las distintas aportaciones documentales, no sólo por su estructura, sino por su importante contenido que trata, nada más ni nada menos, que el tema del mestano en Andalucía Occidental, hecho casi desconocido en la actualidad. Libro valiosísimo por la época en que estaba escrito el texto "anno 1557".
Y no solamente era desconocido el hecho en sí en Andalucía Occidental, sino que en España hay muy pocos especialistas en la materia. Y como si fuera una ironía del destino tiene que ser un francés el que se ocupe de estos temas. De todas maneras para la Pandilla era de agradecer que al menos esta persona, el Profesor Jean Paul Le Flem, escritor e historiador, se interesara por nuestros trabajos.
El catedrático de Benaocaz, en descanso por aquellos días en la población serrana y tras nuestros apasionados relatos sobre el Libro de Mesta existente en el Archivo Histórico de su pueblo, fue el que hizo las gestiones para podernos acercar al historiador francés, que él conocía y del que poseía el libro "Un gran Señor de la Mesta, don Juan Ibáñez de Segovia, Marqués de Mondéjar y Acrópolis", publicado como miscelánea de la Casa Velázquez.
Unas cuantas llamadas telefónicas y una carta de presentación nos bastaron para acudir a Sevilla, cuya Feria de Abril era visitada por el profesor francés.
Previsoramentey gracias a las autoridades de Benaocaz, llevábamos con nosotros el valioso libro que nos había sido prestado a condición de que sería devuelto tal y com nos había sido entregado, y de que bajo ningún concepto lo dejaríamos en ningún lugar ni a nadie.
La entrevista no pudo ser más halagadora. Al profesor le encantaba que nos hubiéramos interesado por este tema, tan interesante como desconocido, y a la vista de nuestras manifestaciones e informaciones, de las que él no tenía ninguna noticia hasta el momento, llegó a manifestarnos que "... sin lugar a dudas, este texto que ustedes portan es digno de ser publicado"
Siguieron sus comentarios, en el mismo hall del hotel donde conversábamos, en el sentido de que "para hacer un estudio a fondo hay que fotocopiarlo". Así lo hicimos. Poco a poco fuimos remitiendo folio tras folio a Madrid para su traducción por el Señor Le Flem.
Las contestaciones no se hicieron esperar, porque a través de diversas llamadas nos iba argumentando la realidad del contenido de tan preciado libro...


A medida que iban saliendo fascículos de la fotocopiadora, nos entraban unas enormes ganas de traducirlos, algo para lo que ninguno de nosotros estaba preparado, a pesar de ser antiguos universitarios, y decidimos intentarlo.


Al principio nos costó muchísimo pero poco a poco el trabajo fue más cómodo: Llegamos a traducir los 183 folios que componen el texto con una cierta perfección y con muchísima paciencia.


En nuestro Cuaderno Diario de Excursiones anotábamos por aquellos días “… un extraordinario pendolista, o escribiente de la Real Cachillería, había legado para la posteridad este texto que ha causado sensación entre aquellas personas más o menos relacionadas con el tema, pues gracias a estas conversaciones llevadas a cabo con el Sr. Le-Flem, el libro ha despertado en todas partes el natural interés, sobre todo en el Sindicato Nacional de Ganadería, cuya bibliotecaria y archivera, Sta. De la Torre, nos pone en contacto con el Archivo Provincial de Cádiz, y de aquí, con el Histórico Nacional, a través de su subdirector, Sr. Martínez Bara. Todo un periplo que, a su vez, nos sirve para mantener la calidad de lo inédito del libro en cuestión…”


Con franqueza debemos decir que la transcripción del libro, poco a poco, se fue haciendo grata para nosotros, ya que se nos ocurrió confeccionar una especie de “vocabulario-abecedario” para descifrar los símbolos más confusos, con lo que hacíamos más fácil su lectura o traducción.


Unos días, unos, otros días, otros, algún miembro de la Pandilla iba escribiendo en el Libro Diario de Excursiones: “LIBRO DE MESTA. Real ejecutoria de la Real Canchillería de Granada, ganada por el Concejo de la Villa de Benaocaz, contra el Honrado de la Mesta, sobre que puedan adehesarse las tierras inmediatas de la Villa. Año de 1557…”


Puede figurarse el lector el impacto que nos produjo la lectura de estas primeras líneas que fue la mecha que prendió nuestro interés porque, por aquellos entonces difícilmente se podía ganar en litigio a unos Privilegios Reales, como eran los de la Mesta.


Pero a pesar de este “triunfo de los lugareños”, algunos de ellos tuvieron que pagar determinadas cantidades de maravedíes, por haber abusado de las propiedades de sus tierras, cobrando a ganado mesteño impuestos por pasar por las mismas.


Continuando con nuestro texto, decíamos a continuación: “… D. Felipe Segundo, por la gracia de Dios, Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Jerusalén, de Portugal, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algalbes, de Algeciras, de Gibraltar, de las Canarias e Islas y Tierras Firmes, de la Mar Océana, duque de Austria, duque de Bayona y Benavante, conde de Roselló y de Denia, marqués de Onís, señor de Vizcaya y de Molina, Conde de Flandes y del Tirol, a los nuestros corregidores asistentes, gobernadores, alcaldes mayores y ordinarios, y otros jueces y justicias qualesquieran, así como de la villa de Benaocaz, como de todas las otras ciudades, villas y lugares de nuestros reinos y señoríos, antes quienes esta carta ejecutoria o sus traslados signados de escribanos públicos formas y maneras, que a ella fuera presentada… sepan (sépades) que pleito pasó y se trató en nuestra Corte y Canchillería…”


Continuando con nuestros estudios de Mesta, localizamos un tema que nos llamó la atención y que igualmente reflejamos en nuestro particular Cuaderno Diario de Excursiones. Ésta era su transcripción: “…Ante el Alcalde Mayor de Ronda, será presentado un escrito de querella y demanda por Juan Sigler, procurador del Concejo de Mesta en contra de la Villa de Benaocaz, por… que el Concejo de la Villa de Benaocaz, vedaban y acotaban un ejido y pasto común que estaban en su término, cerca del lugar, lo tenían adehesado y no consentían que ganado alguno le entrase a pastar y si acaso entraba lo penaban, corrían y maltrataban si quedaban fuera, y les llevaban, y les habían llevado de cada cabeza de ganado menor, dos maravedíes de día y cuatro de noche; y por manadas, a cualquier género de ganado, tres reales de día y seis de noche, por lo que dicho procurador hacía presentación, con el juramento necesario, pidió al dicho juez que condenase al dicho concejo (de Benaocaz) a que de aquí en adelante los ganados entrasen en dicho ejido, los dejasen pastar libremente, conforme a sus privilegios, y no les llevase penas algunas, y por las que les habían llevado, hasta entonces, en restitución de treinta mil maravedíes en que la estima, más las penas en que habían incurrido.


Hay en el pleito un largo proceso en el que, aparte de destacar el indudable valor para el conocimiento histórico de la región, al inicio de la E. Moderna, por ser fuente documental de primer orden para los eruditos en el tema, hay que destacar también que, gracias al Libro de Mesta, podemos actualmente efectuar un padrón de habitantes o personajes del pueblo benaocaceño, recién conquistado por los Reyes Católicos, con tropas al mando del Duque de Arcos y Marqués de Cádiz, D. Rodrigo Ponce de León (Mayo de 1485) e inicio de la fundación del Señorío de las Siete Villas, de las que en anteriores párrafos hemos comentado algo.


Son casi 100 personajes de los que de una u otra manera van pasando a través de la lectura del Libro, porque casi todos ellos, propietarios de tierras y ejidos son los que se “han aprovechado” de los ganaderos que atravesaban sus tierras para cobrar sus propios impuestos”


De estos nombres podemos hacer una pequeña relación muy interesante, porque a los Antón Sánchez, Juan Miguel “el viejo”, Juan Gutiérrez, Juan Miguel “el mozo”, Mateos Sánchez, Lorenzo Sánchez, Juan García, Pedro Zarco, Fernán Blasques, Alonso de Orellana…, etc., etc., habría que agregar otros más, muchísimos más, interesantes por su gentilicio. Nos explicamos: Benaocaz, dejando aparte su reducida población del orden de los 600 vecinos, actualmente [1976], es muy parecido a Ubrique, y otros pueblos de la comarca. Sus mismas características, su misma idiosincrasia, manera de ser… etc., etc., pero (y esto cuesta trabajo creerlo), la fonética de uno y otros pueblos es tan diferente que les hace parecer de distintas zonas. ¿Qué razones existen, para que en uno u otros pueblos se hable de tan diferente manera?


Quizás en este trabajo sobre el mestano benaocaceño encontremos una posible solución a la pregunta, al menos así lo estimamos, porque unidos a esos nombres reseñados, encontramos otros procedentes de Castilla, personas que debieron traer consigo las características propias (léxico, fonía) del habla castellana. Así pues encontramos nombres como Miguel de Toro, Juan de Béjar, Antón García de Llerena, Miguel de Salamanca, etc., etc.


Otro dato a tener en cuenta, para potenciar la hipótesis aludida, es precisamente que la repoblación de la Serranía Gaditana por los Reyes Católicos se haría pocos años antes del pleito, y al ser Benaocaz villa fronteriza, eminentemente musulmana, su población aparecería en gran parte teniendo que ser sustituida por caballeros de otras latitudes, tal y como lo recogen Mancheño y Olivares, escritor arcense, y Aragón Macías, en sus Misceláneas, depositadas desde 1983, en la Secretaría del Ayuntamiento de Ubrique.


Aparte de estos temas, que afectan directamente a la lingüística y a la sociedad mesteña, tenemos que reseñar otro, no menos importante, que se refiere a las tierras próximas a la villa de Benaocaz, dándose un sinfin de nombres de propiedades rústicas, de las que podríamos hacer un catastro de la época, así como la curiosidad de sus medidas, unas veces, en almudes, otras en celemines, otras en fanegas o anegas… etc.


A los más avariciosos, el Alcalde Mayor de la ciudad de Ronda, que fue quién y dónde se llevaron a cabo los juicios, los condenó con multas que iban desde los 500 a 2.000 maravedíes, destacándose las que por “rebeldía”, se le impusieron a las dos viudas que entraron en el pleito, María Sánchez Crespo e Isabel González, señoras, que no acudieron a la ciudad de Ronda.


* * *


Desde luego nuestros trabajos no quedaban olvidados. Nuestras continuadas visitas y llamadas telefónicas a organismos rectores ganaban la voluntad de ciertas personas a las que podían interesar, en primer lugar, el LIBRO de la Mesta, y en segundo todo lo concerniente al tema mesteño en Andalucía –Así tuvimos la oportunidad de recibir en Ubrique, de paso para Benaocaz al Sr. Rovira Martín, del antiguo cuerpo facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, y a su vez Director del Archivo Histórico Provincial de Cádiz. No hubo inconveniente alguno, en acompañarle a la bella población benaocaceña, para que hiciera un detenido examen de su Archivo Municipal “… de cuyos fondos –nos decía D. Manuel Rovina poco después- destacando en gran manera, se localizó un importantísimo y valioso documento en orden al estudio y conocimiento de la Mesta en Andalucía, por el grupo”.


“Dicho documento –nos ampliaba su escrito- corresponde a un texto inédito, de principios del siglo XVI, no catalogado, del que se destaca, aparte de su importancia para el conocimiento de la Mesta en Andalucía Occidental, hasta ahora poco estudiada, su indudable valor para el conocimiento de todo el encalve de la Serranía Gaditana como fuente documental de primer orden para los eruditos en el tema…”


* * *


Días atrás habíamos puesto un poco de orden, entre aquellos que: “… en contravención de los reales privilegios…”, “… habían Rompido y labrado un pedazo de tierra en el prado y ejido de la dicha villa (Benaocaz)…” “asunto éste –según reza el texto- venía ocurriendo desde hace cincuenta años a más…” (Es decir en los primeros años del siglo XVI, lo que le da mayor calidad e interés).


Como hemos dicho, una puesto en orden, “en la ciudad de Talavera de la Reina se haría sentencia formal, por Pedro de Tudanca”, consiguiendo, pues nuestra villa hermana, que las tierras próximas a ella pudieran adehesarse, todo lo contrario que permitía el privilegio de la Mesta, que era algo así como que el ganado estuviera “encima” de la agricultura…


El libro se encuentra y conserva en relativo buen estado. Completo. Tiene 183 folios manuscritos, por ambas caras, letra procesal, calara y bien definida ¡Cosa curiosa!


La repetición de palabras y de hechos, intencionadamente, nos hace pensar que el pendolista o escribano público, cobrara por “centímetro de escritura”.


La parte de atrás, es decir, las últimas hojas del texto, en su parte superior se encuentran carcomidas, bien por las polillas, bien por los roedores, pero sin daño acusado a su contenido.


Tiene magníficas anotaciones marginales (sentencias, dineros, prados, ejidos…) que sirven de guía o índice para que el lector vaya directamente al tema que más le interese.


Su tamaño, es aproximadamente el de un folio actual, con unos tres centímetros de grueso. Sus tapas de piel de oveja apergaminada, y con cintas en sus extremos para que puedan ser siempre bien cerradas…


* * *


Jean-Paul Le Flem, en carta que recibimos por estas fechas, nos aclaraba lo que tanto ansiábamos: Saber por dónde iba la trashumancia mesteña. Más o menos nos decía así: “… la historigrafía tradicional limitaba la extensión de la trashumancia mesteña a las dos Castillas con excrecencias hacia Aragón y las Sierras de León al Norte, hacia Murcia y el Andévalo al sur, es decir, que Andalucía quedaba totalmente excluida de la historia mesteña. Gracias al preciado texto localizado por la Pandilla, se replantea totalmente el problema de la influencia de la Mesta en tierras andaluzas, y especialmente el papel del alcalde de la Mesta en alguna importante ciudad andaluza, oficios creados por sus propios municipios, y aún, en los tiempo modernos sin estudiar…”


* * *


Una vez más sería la sagacidad y el propio estímulo, lo que valdría para que esta impresionante joya de la bibliografía nacional quedara controlada y sujeta a organismos que la custodien en bien del patrimonio de todos.




Es increíble que, a pesar de toda la correspondencia y el contacto con Ubrique y con Manuel Cabello, el señor Le Flem publicó, años después, el estudio de los Archivos de Benaocaz y del Libro de la Mesta sin hacer mención alguna de su auténtico descubridor. No obstante, Manuel Cabello había conseguido su objetivo: dar a conocer estos valiosos legajos, ponerlos en valor y preservarlos. Actualmente están debidamente conservados y custodiados por el Ayuntamiento de Benaocaz.



Serafín Ruiz Cabello


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.