sábado, 26 de diciembre de 2009

El bronce en la cueva de la Motilla


Hacha de bronce hallada en la
Cueva de la Motilla
Foto: Manuel Cabello



Ya hemos hablado anteriormente del interés de Manuel Cabello por las cuevas y por la arqueología.
En 1971 montó una exposición en la Escuela de Artes y Oficios con los objetos que había ido recuperando o le habían ido ofreciendo, dado su gran interés y dedicación.A raíz de esa exposición, muchísimas personas se acercaron a él para explicarle sus hallazgos o contarle que sabían dónde había restos arqueológicos.
En esas fechas un amigo le contó que habían encontrado un "tesoro" en la Cueva de la Motilla, nada menos que cuarenta y cinco cuñas de oro enterradas.
Nuestro padre empezó a hacer investigaciones de todo tipo, pero nadie le daba detalles, entonces ya todo el mundo sabía que desenterrar un tesoro no era algo para pregonar.

Al tiempo, consiguió localizar a una persona que había comprado siete de esas "cuñas", sabiendo que no eran de oro, sino de bronce, y no eran cuñas, sino hachas. Eso sí que era un tesoro: ¡Cuarenta y cinco hachas neolíticas de bronce en la Cueva de la Motilla!
Seguro de su importancia, logró comprar una de esas hachas para el Museo Arqueológico Provincial de Cádiz (podemos verla al comenzar la visita, en una de las primeras vitrinas a la derecha, por cierto, no hay ningún detalle de quiénes la encontraron ni quién la proporcionó al museo), pero no pudo recuperar ninguna más.

Comunicó a las autoridades su hallazgo, y dio a su amigo, Salvador de Sancha, todos los datos y detalles para que pudiera estudiar el tesoro, además de ponerlo en contacto con el dueño de la pieza que mostramos en la fotografía.
Salvador realizó y publicó un estudio concienzudo sobre las hachas, la Cueva de la Motilla y su entorno (puede leerse completo pinchando aquí) y los dos amigos no pudieron más que lamentar que las cuarenta y cinco hachas terminaran en el siglo XX de la misma forma que se había previsto en el Neolítico: fundidas.



Dibujo del hacha de bronce
hallada en la Cueva de la Motilla

martes, 8 de diciembre de 2009

Trofeo de Oro de Misión Rescate

...y fueron recibidos como héroes en Ubrique

Septiembre 1972



Los miembros del Grupo de Rescate 208 con su maestro-jefe a la cabeza, llegan al Ayuntamiento de Ubrique a finales de septiembre de 1972, después de haber recibido el Primer Premio Nacional: Trofeo de Oro de Misión Rescate, por el espléndido trabajo de recuperación y puesta en valor de las ruinas romanas de Ocurris, en el Salto de la Mora.

Manuel Cabello llevaba más de cuatro años interesándose por el monumento y, por fin, había conseguido que las autoridades arqueológicas provinciales y regionales tomaran cartas en el asunto y se ocuparan del Salto de la Mora, cuyo Columbario estaba siendo utilizado como establo y se encontraba en condiciones deplorables.

Consiguió el Primer Premio de Misión Rescate, el ansiado Trofeo de Oro, y todo el Grupo fue premiado con un viaje turístico por España.
Al regreso a Ubrique, todos estábamos esperándolos emocionados, y el recibimiento fue absolutamente increíble: las autoridades, la radio, la tele, todos los maestros y los niños del pueblo... cientos de personas.




La entrada, como la de los Reyes Magos: repartiendo caramelos, regalos y besos, algunos nunca se han visto en otra...



Recibidos como héroes

Una vez llegados a la puerta del Ayuntamiento saludaron y todos apladudimos, gritamos y nos hicieron fotos para la prensa. Después salimos en el ABC y en el País, también en las noticias de la radio y en el informativo de la tele, edición Andalucía.

Recordamos esos momentos con emoción, y suponemos que para esos cinco niños, los cinco miembros del grupo, fue una experiencia que no olvidarán jamás. Fueron aclamados y vitoreados por todos los otros niños y niñas del pueblo. Y ahí estaban los maestros: don Bartolo, don Francisco, don Antonio, don Manuel, don Rafael, don Ignacio, don Juan, don José Luis, y tantos otros.

Nos ha parecido muy entrañable ver en esta fotografía a nuestros municipales, los que hemos conocido siempre y nos han acompañado durante toda nuestra vida. En esta ocasión organizaron a los niños en La Plaza y protegieron a los del grupo de las avalanchas. Y ahí estaban todos, con las autoridades, con los maestros, con los niños y con la gente del pueblo.


Esperanza Cabello Izquierdo, diciembre 2009

viernes, 4 de diciembre de 2009

El grupo 208 de Misión Rescate de Ubrique

Manuel Cabello Y Francisco Collado explicando cómo formarán el Grupo 208


Ya hemos contado en varias ocasiones que Manuel Cabello comenzó un poco tarde en la enseñanza, después de haber probado suerte en el mundo de la marroquinería.
Tras la experiencia en su academia, San José de Calasanz, comenzó a trabajar en la Escuela de Artes y Oficios, a la que se trasladaron también sus alumnos.
Allí comenzó su trabajo con varios compañeros, ya hemos hablado de la buena camaradería que había entre ellos, y entre todos se encargaron de la educación de un buen montón de ubriqueños. Primero sólo eran alumnos, después nos fuimos incorporando las alumnas.
En el curso 1966-67 empezó sus clases al mismo tiempo que Francisco Collado, su compañero de muchísimos años, y compartió despacho con Manuel Janeiro, Manuel Heliodoro García (don Heliodoro), Manuel Carrasco y tantos otros compañeros.
Nuestro padre era un hombre emprendedor y curioso, aficionado al campo y a la historia, un apasionado de la Sierra, así que, cuando supo que comenzaba un programa llamado "Misión Rescate", destinado a maestros que quisieran trabajar con sus alumnos para descubrir y proteger el patrimonio de los pueblos de España, decidió embarcarse en una aventura que duró muchos años, salvó del olvido una buena parte de nuestro patrimonio histórico-cultural y colocó a Ubrique y a los ubriqueños en la cabecera de las noticias en muchas ocasiones.


Siguen las explicaciones sobre Misión Rescate Escuela de Artes y Oficios, Ubrique curso 1966-67

Para la formación del primer grupo Manuel Cabello contó con la colaboración inestimable de Paco Collado, su compañero, que lo acompañó durante muchos años en todas las actividades, siendo un gran apoyo incondicional.
Por supuesto que también encontró apoyo en sus compañeros y sus directivos, que los animaron siempre para que siguieran en esta tarea.

Hoy haremos un pequeño historial de los trofeos, premios, menciones y reconocimientos que obtuvieron los diez primeros años de funcionamiento del Grupo de Rescate 208 de Ubrique.

Primeros componentes del Grupo 208 Curso 1966-1967


FEBRERO 1967: Creación del Grupo. estudio de la llamada "Mezquita" del Salto de la Mora.

ENERO 1968: Mención honorífica en el Libro de oro de Misión Rescate.

JULIO 1968: 2º Premio Nacional, Trofeo de Plata. El grupo es recibido en Madrid por el entonces Ministro de Información y Turismo, Sr. Fraga.


Componentes del Grupo 208 Curso 1967-1968


MAYO 1970: Primer premio Nacional de Promoción al Turismo.

JULIO 1970: Mención de Honor y Placa de Bronce por los estudios realizados en la Bovedilla. El grupo es recibido en Madrid por el Ministro de Información y Turismo, don Alfredo Sánchez Bella.

SEPTIEMBRE 1970: Por los méritos contraídos por el Grupo, se le obsequia con un viaje turístico y un televisor.


Componentes del Grupo 208 Entrega el premio el Ministro Sánchez Bella



FEBRERO 1971: Inauguración de la Exposición de Historia y Curiosidades Ubriqueñas.

JULIO 1971: Segundo Trofeo Nacional: Trofeo de Plata, por los estudios llevados a cabo por el grupo sobre las Tenerías y Fábricas de Curtidos ya desaparecidas.

SEPTIEMBRE, 1971: El Museo instalado en el Colegio obtiene un premio de 5.000 pesetas y una cámara fotográfica.

SEPTIEMBRE 1972: Primer Premio Nacional, Trofeo de Oro, por los estudios y valoración del Salto de la Mora, yacimiento Ibero-romano de gran interés. El Grupo hace un viaje turístico por el Levante Español. El Trofeo fue depositado en el Ayuntamiento de Ubrique para todos los ubriqueños.



Componentes del Grupo 208
Trofeo de Oro, 1972

SEPTIEMBRE 1973: Mención de Honor y Placa por el estudio de una cabeza de toro de bronce romana.

OCTUBRE 1973: Primer Premio Nacional de Promoción al Turismo por la trayectoria del grupo.

JUNIO 1975: Segundo Premio Nacional, Trofeo de Plata, por los estudios llevados a cabo sobre el Cristo de Benaocaz.

OCTUBRE 1975: Trofeo de Plata por el estudio del Mausoleo de los Bujeos, la calzada, un compluvium y una hoz de bronce.

OCTUBRE 1975: Primer Premio al mejor objetivo arqueológico en el Año Internacional de la Arqueología.

JUNIO 1976: Trofeo de Plata por el estudio realizado en Ubrique el Alto.

OCTUBRE 1976: Trofeo de Plata por el estudio realizado en la Cueva de la Motilla.

OCTUBRE 1976: Trofeo de Plata por el estudio realizado en el Archivo Histórico de Benaocaz.

OCTUBRE 1976: Trofeo de Plata por el estudio sobre la Columna Romana de Tavizna.

JULIO 1977: Trofeo de Plata por el estudio sobre La Mesta en Andalucía.

JULIO 1977: Trofeo de Plata por el estudio de la estatua de Hermes

JULIO 1977: Mención de Honor por el estudio de una imagen religiosa recuperada en un trastero.



Hoy hemos querido reseñar sólo los premios conseguidos por el Grupo durante los primeros diez años del programa. Misión Rescate, Manuel Cabello y el Grupo 208 siguieron funcionando muchos años más, hasta que nos hicimos mayores y algunos de nosotros recogieron también, ahora como maestros, Trofeos de Misión Rescate.

Nuestro hermano Manuel puso como pie de foto a la siguiente:




Recogiendo el Trofeo de Plata
Junio, 1979
"Recuerdo de la apendicitis de papá"

domingo, 29 de noviembre de 2009

La prehistoria en Ubrique


Hallazgos prehistóricos en cuevas
Exposición de 1971. Foto: Manuel Cabello


La pasión de Manuel Cabello por la investigación, la prospección y la aventura fue una pauta durante toda su vida. A principios de los años sesenta, y siempre acompañadao por sus amigos, Manuel comenzó a organizar paseos por el pinsapar, al Pico de San Cristóbal, al Berrueco y, por supuesto, a todas las cuevas y simas de los alrededores de Ubrique.

Recordamos que a veces encontraron objetos extraordiarios. José López López (Pepe er de Genoveva) nos contó hace unos días que yendo a la Diaclasa (en el Puerto de la Cruz, entre Ubrique y Benaocaz) encontró una bayoneta francesa oculta en la gruta.

También encontraron los restos de alguien que se refugió durante la guerra civil ( había un fusil, munición, restos de comida, ropas...), en aquella ocasión tuvieron que dar parte a la Guardia Civil, que se hizo cargo de las armas.

También descubrieron restos de cerámicas, de huesos y de objetos prehistóricos.

En un recorte del Diario de Cádiz, del miércoles, 23 de octubre de 1963, podemos leer la explicación del hallazgo de restos prehistóricos:


INTERESANTES HALLAZGOS EN UNA SIMA, EN UBRIQUE

UBRIQUE, de nuestro corresponsal LÓPEZ DIÁNEZ).- El pasado domingo, el grupo de montañeros de Ubrique, integrado por los señores Vilches, Cabello, Janiero y Piñero, en una excursión realizada por las laderas del lugar conocido por “Cruz de la Viñuela” decubrieron una profunda sima, por la que descendieron.

El resultado fue que a unos 60 metros de profundidad encontraron una cueva, y en ella, vestigios humanos que se supone pertenecen a una época prehistórica. Huesos de personas, restos de cerámica y, como caso curioso, un diente de marfil acanalado, seguramente un amuleto...

(El artículo se corta aquí).




Interesantes hallazgos en una sima
Diario de Cádiz, 1963


lunes, 5 de octubre de 2009

Manuel Cabello Janeiro: La localización de Archite

Trabajo de campo de Manuel Cabello
con el equipo de Misión Rescate
, 1969


Aunque se les vea de espaldas, la silueta de estos batidores de Misión Rescate es inconfundible: Manuel, Francisco, José Luis, Ángel, Pepe, Manolo, Zurita, Pepe Gómez, Leandro...
Manuel Cabello recorrió una y mil veces nuestra sierra, acompañado casi siempre por su mujer, Esperanza, o llevando a sus alumnos a conocer nuesvos lugares. Consiguió catalogar más de doscientos yacimientos arqueológicos, y se puso en contacto con todos los organismos posibles para llamar la atención sobre ellos y que no cayeran en el olvido.

Hoy transcribimos una parte del capítulo XI de "Ubrique, encrucijada histórica", en el que relata cómo a mediados de los setenta localizaron Archite, un poblado medieval abandonado en 1522, del que se sabía poca cosa hasta el momento. Manuel Cabello se aseguró de su existencia en los Archivos de Benaocaz, estudiando los documentos del "Señorío de las Siete Villas", y posteriormente procedió a du localización y señalización.




CAPÍTULO XI
EL ARCHIVO HISTÓRICO DE BENAOCAZ
LA PANDILLA LOCALIZA ARCHITE Y OTRAS ZONAS ARQUEOLÓGICAS



Lamentablemente quedaría dormida la piqueta de los arqueólogos por unos años, trás el cierre de las excavaciones oficiales del Salto de la Mora que ya se conocía como muy importante en la proyección de la arqueología nacional.
Si en capítulos anteriores decíamos que las cosas de palacio van despacio, la situación de la arqueología, por aquellas fechas, iba que... ¡ya, ya...!

Tenemos que recordar, una vez más, la visita a las fiestas ancestrales de Benaocaz, y cómo, visitando el antro de lo que fuera la cárcel de la villa, en los bajos del Ayuntamiento, vimos tirado por los suelos un conjunto de legajos y librotes de los que, en principio, no pudimos tener ni idea de su contenido ni de su calidad histórica.





Después, buscando y seleccionando el material de archivo, seleccionamos 24 legajos, de los que destacamos uno de 1555, compuesto por 103 folios manuscritos que interpretamos como "Ordenanzas dadas por el Duque de Arcos para la buena marcha de los pueblos de la Serranía de Villaluenga", más otros 23 que estudiamos en profundidad, y que relacionaremos al final del presente capítulo, no sin antes añadir que fueron tantos días y tantas horas, lupa, máquina y lápices en mano, que, agotados muchas veces, descansábamos paseando o haciendo excursiones por los alrededores de Benaocaz. Porque...

...Archite, no cabía duda, era una de las Siete Villas, situada entre Ubrique y Benaocaz. Pero ¿Dónde estaba? Muchas veces habíamos recorrido la calzada, camino primitivo entre estas dos poblaciones, casi siempre rastreando a la busca de cualquier testimonio histórico. Pero intentar localizar Archite era algo aventurado, porque en el corto espacio entre las dos poblaciones, apenas una legua, no era fácil encontrar el llano más apropiado para su localización, Sólo había dos, el del Rano, muy próximo a Ubrique, y el del Chite, pequeña finca muy próxima a Benaocaz, y en ninguno de los dos se daba el condicionamiento idóneo para la ubicación de una población, con el entorno natural de aquella época medieval, como era la altura para su propia defensa.

Pero, a fuer de ser sinceros, aquella pequeña parcelación, conocida como "El Chite", nos daba cada día más y más sospecha de que pudiera tener su origen en la desaparecida Archite. Así pues centramos nuestras investigaciones en aquella zona, y con sólo un par de visitas, ya el verano cayendo, cuando todo está limpio por las primeras aguas septembrinas y los pastos agostados, pudimos observar (en esta visita nos acompañaba nuestro buen amigo don Francisco Álvarez, propietario de la finca) in situ los vestigios de la población desaparecida.

Efectivamente su trazado, con algunas calles perfectamente delimitadas, sus cuadros de edificaciones aisladas, a manera de ínsulas, unos enterramientos descubiertos tiempo atrás por el propio señor Álvarez, canales para el riego de esa zona tan fértil y favorecida por las aguas de la Fuente Santa...

Podemos asegurar que nos encontrábamos en la antigua población de Archite, de la que, consultados algunos textos, sabemos que pervivió hasta el año 1552, cuando sus vecinos decidieron abandonar aquellos lugares para instalarse en Ubrique.
Y cuenta el Padre Sebastián de Ubrique, historiador Capuchino, que, en dicho traslado se trajeron a esta última población a su Patrona la Inmaculada, que seguramente fue la antigua titular de la parroquia de Nuestra Señora de la O, talla muy curiosa, entre ojival y renacimiento, que fue quemada en los sucesos de abril de 1936.
Aragón Macías, otro historiador ubriqueño, nacido en Arcos, nos dejó una interesante relación de los primeros cuarenta repobladores de Archite, en su libro "Miscelánea", pero habrá que dejar a los futuros historiadores esa parcela, ya que nuestra obra sólo atiende a los hechos anecdóticos y testimoniales en busca de los protagonistas de la historia comarcal."


Termina el capítulo haciendo un listado de los interesantísimos documentos que pudieron consultar en el Archivo Municipal de Benaocaz, y llamando la atención de las autoridades, para que ese "tesoro fuera custodiado al máximo, evitando con ello su destrucción y olvido, y así conservarlo para que los eruditos y las generaciones venideras puedan gozar de su contenido."

Esperanza Cabello, octubre 2009

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Manuel Cabello Janeiro: valedor del Patrimonio Histórico de la Sierra de Cádiz

Foto: Manuel Cabello y Francisco Collado
con los primeros "batidores" de Misión rescate
Plaza del Ayuntamiento, 1968


MANUEL CABELLO, VALEDOR DEL PATRIMONIO HISTÓRICO DE LA SIERRA DE CÁDIZ, POR NATALIA CABELLO IZQUIERDO, LICENCIADA EN HISTORIA

Estudio publicado en la Revista de la Asociación Papeles de historia número cinco, en 2006


Hace 35 años se llevaba a cabo en Ubrique la primera intervención arqueológica, concretamente en el yacimiento de Ocurri, o Salto de la Mora, como gusta decir a los ubriqueños. Era enero de 1971, y aquella primera actuación (limpieza y restauración del columbario) iba a constituir todo un hito en lo referente a la valoración del patrimonio arqueológico en el conjunto de la Sierra de Cádiz.

Con la perspectiva histórica suficiente, hoy resulta fácil concluir que aquella primera intervención arqueológica fue realmente el comienzo de la puesta en valor de nuestro patrimonio histórico, y, detrás de la misma, se encontraba la figura del historiador local y maestro Manuel Cabello Janeiro, que en aquella época supo apreciar la importancia histórica de un yacimiento poco conocido por entonces.

Esto hay que entenderlo dentro del contexto de una sociedad, la de la época, imbuida en pleno proceso de desarrollismo y en consecuencia, con unos valores casi diametralmente opuestos a la conservación de nuestra historia y de no pocos elementos culturales.

Hace 35 años que Ubrique comenzaba a prosperar económicamente y a experimentar un crecimiento de su población en un momento en que tantos pueblos estaban sufriendo un progresivo éxodo rural. No obstante, culturalmente y sobre todo en lo que a valoración de patrimonio histórico se refiere, el panorama local era casi un desierto. Y digo casi porque es en este contexto en el que Manuel Cabello comienza sus trabajos de puesta en valor del patrimonio histórico y etnográfico no sólo de Ubrique, sino también de los pueblos de alrededor.

Destacan en Manuel Cabello sus facetas de autodidacta y polifacético, en un mundo en el que sus actividades culturales no fueron siempre comprendidas debido particularmente a las circunstancias históricas que le tocó vivir. A comienzos del siglo XXI parece normal gestionar la conservación del patrimonio y podemos entenderlo como algo que pertenece al conjunto de la sociedad. Hace 35 años, sin embargo, no existía un marco de actuación política integral ni un desarrollo legal completo sobre el tema, pero sobre todo no existía una concienciación sobre la pertenencia a la sociedad de los propios elementeos culturales y patrimoniales (algo que, por otra parte, es consustancial a la democracia).

Por todo ello, el trabajo que Manuel Cabello llevó a cabo y que detallaremos en este artículo es del todo novedoso.

Pero sin duda su faceta más reseñable es de la pioneroy precursor de la puesta en valor, conservación y divulgación del patrimonio histórico (arqueológico, archivístico, monumental y etnográfico) de Ubrique y de otros pueblos de la Sierra de Cádiz. En este sentido dejó una ingente labor.

Siempre intentó llamar la atención de los poderes públicos y apelar a la conciencia ciudadana de que el patrimonio histórico era algo perteneciente a todos, no sólo para respetarlo, sino para sentirlo como propio (1). En este sentido, se adelantó bastantes años.

Además del patrimonio arqueológico, mostró gran interés y dedicación sobre el patrimonio archivístico y etnográfico. Llamó la atención de los miembros de la Corporación Municipal de Benaocaz sobre el extraordinario valor del Archivo Histórico que, en los años setenta del siglo XX, se encontraba en mal estado de conservación (amontonados, desclasificados, con grave riesgo de deterioro sus legajos) pues en esas fechas aún no se había tomado del todo conciencia de su valor.

También llevaría a cabo a principios de los 80 un estudio de campo de las actividades artesanales tradicionales (almazaras, lagares, batanes...) en la ribera del río Gaidóvar (Grazalema). Llegó a ordenar y redactar la abundante documentación recogida, pero, desafortunadamente, nunca tuvo ocasión de publicarla.

Realizó numerosos estudios históricos sobre el patrimonio inmueble (Convento de Capuchinos, San Juan de Letrán, San Pedro, Antigua Plaza de Toros, etc.) y muebles (tallas en madera de imágenes religiosas). Incluso buscó sus propias raíces familiares remontándose hasta 1972; trabajo que le ocupó siete años. Para ello indagó hasta en trece archivos, la mayoría de ellos parroquiales, de diversos puntos de España (2).

No obstante, el asunto que más le motivó y al que dedicó la mayor parte de su vida fue la investigación histórica del mundo de la piel, tan importante para la población ubriqueña. Puso gran empeño a lo largo de muchos años para que en Ubrique se ubicara un Museo Municipald de la Piel. Sin embargo, pese a los esfuerzos invertidos, y debido principalmente al escaso interés demostrado por los poderes públicos, el Museo nunca se materializó.


Primeros pasos

La intervención arqueológica de Ocurri que comentábamos al principio había estado precedida por tres años de intensa gestión por parte de Manuel Cabello. Durante esos tres años (1968-1970) intentó llamar la atención de una comunidad de arqueólogos tal vez más preocupada por los grandes hallazgos y los grandes yacimientos que seguramente no esperarían encontrar en la Sierra de Cádiz.

No obstante, la insistencia de Manuel Cabello sobre la importancia de Ocurris y su preocupación sobre el estado de abandono en que se encontraba, (su construcción más emblemática, el Columbario, se usaba como pocilga) consiguió atraer la atención de directores de museos como el de Artes y Costumbres Populares de Sevilla (como Salvador de Sancha, que fue finalmente el director de los trabajos arqueológicos) de Málaga, de Huelva..., incluso del profesor Martín Almagro, por entonces director general de Bellas Artes, que valoró positivamente la importancia del yacimiento. Todo ello ayudó, de alguna manera, a la puesta en valor y a la divulgación de Ocurris (3). Este singular yacimiento sería objeto de la primera excavación sistemática algunos años después (1977), aunque, desgraciadamente, sus memorias nunca fueron publicadas (4).

El “redescubrimiento” de Ocurris por parte de Manuel Cabello ha puesto en manos de las presentes generaciones la posibilidad (por estudios posteriores que se han realizado) de obtener un conocimineto más riguroso del mismo y disfrutar de un elemento patrimonial valorado socialmente. Todo ello a pesar del “oportunismo”, todo hay que decirlo, del que se han valido algunos organismos públicos en los últimos años para proyectar el yacimiento hacia una, hasta el presente, costosa y poco existosa orientación turística que, además, está poniendo en peligro la propia conservación de los restos constructivos del yacimiento.

La dedicación a Ocurris fue sin duda uno de sus trabajos sobre el patrimonio arqueológico más importantes, aunque no fu e el único.

Manuel Cabello llegó a catalogar más de cien yacimientos arqueológicos en la Sierra de Cádiz durante las décadas de los 70 y 80 del siglo XX después de una intensa labor de trabajo de campo. Aunque algunos pueden estar considerados en entredicho (por su dudosa ubicación o por su verdadera adscripción temporal y cultural) otros realmente sí que existen y corren hoy día el peligro de desaparecer. Entre ellos destacamos la localización de villas romanas como La Bovedilla de Pepe Pérez (que fue objeto de excavación arqueológica de urgencia en 1992 a raíz de las obras del nuevo trazado de la carretera proyectada entre Ubrique y El Bosque). La bovedilla de Luque, la villa de Los Bujeos (que conserva un enterramiento monumental único), la localización del poblado medieval de Archite...

Aunque recientemente una parte del núcleo urbano de Ubrique ha sido declarado Bien de Interás Cultural por la Junta de Andalucía, tradicionalmete y hasta la fecha no se ha tenido en cuenta la documentación y recuperación de sus restos arqueológicos. Cualquier obra nueva en el casco antiguo que haya requerido el rebaje del solar, nunca ha estado precedida de medidas cautelares para comprobar los niveles arqueológicos y nunca se ha tomado la iniciativa, por parte de la administración competente, de realizar una simple excavación de urgencia. En los años 70, Manuel Cabello pudo ser testigo de restos aparecidos en diferentes solares ubriqueños (Barriada El Rincón, Avenida de Carlos Cano...) y, en la medida en que sus posibilidades se lo permitieron, tomó la iniciativa de documentarlos. Merece destacarse, entre otras, la prospección que realizó en las obras de edificación de la guardería La Esperanza. De esta manera, quedaba documentada para la posteridad la ubicación de un asentamiento romano en el solar de la actual guardería, parcialmente destruido por las zapatas de cimentación del edificio (algunos de los restos rescatados se encuentran ubicados y custodiados en el colegio “Reina Sofía”) (5).

Manuel Cabello publicó sus trabajos arqueológicos en “Ubrique: encrucijada histórica” (1987) (6), dedicado a la juventud ubriqueña, llevando de esta manera a cabo una importante labor divulgadora del patrimonio arqueológico de la zona.

Estudios sobre la industria de la piel

Consciente plenamente de la importancia de nuestra propia historia y llevado por un gran interés, desde muy pronto Manuel Cabello se dedicó a la investigación sobre los orígenes de la industria de la piel y su desarrollo a lo largo de la historia. Para su suerte fue también testigo de una época histórica en ña que pudo recoger de forma directa todo tipo de información respecto al mundo de la piel: orígenes y evolución de cómo se había ido desarrolando la industria en Ubrique, su estructura empresarial, los diferentes procesos y técnicas de fabricación, etc. Todo ello desde finales del siglo XIX y todo el siglo XX.

En varios capítulos de su obra “Ubrique, Piel al Descubierto” (donde Manuel Cabello narra un recorrido turístico y cultural por el propio pueblo) no olvida recoger retazos de esta extraordinaria historia (anécdotas, fabricantes (7), origen de las petaquerías, descripción de las mismas). Sin embargo, el grueso de su investigación no tuvo ocasión de publicarlo aunque fuese su intención (8).

Se conservan muchos de los documentos recogidos en el proceso de investigación, otros, sin embargo, rescatados por él msmo de la memoria histórica de los propios protagonistas, se han perdido quizás para siempre.

Paralelamente a esta investigación, Manuel Cabello fue muy pronto consciente de que estaba viviendo un momento en el que lo que quedaba de las antiguas fábricas de curtidos de pieles (tenerías) estaba a punto de desaparecer para siempre. Por ello puso todo su empeño en la conservación de ese patrimonio singular y único y en reivindicar un Museo que recogiera nuestra propia historia. En sus obras deja muchas veces clara esta intención.

Todo comenzó en los años 70, cuando Manuel Cabello puso su atención en el denominado Rodezno, un lugar que actualmente se encuentra ruinoso y casi olvidado pero con una potencialidad como recurso cultural y museístico incuestionable. Fue centro de la vida ciudadana ubriqueña, sobre todo en el siglo XIX, terminando por caer en el desuso y abandono en la primera mitad del siglo XX. Según el propio Manuel Cabello, existían en el Rodezno dos o tres molinos (usándose uno de ellos como primera Fábrica Municipal de Luz a partir de 1893), una panadería y cinco tenerías (9). De éstas sólo quedaba una, propiedad de Manuel Rojas. Éste ofreció algunos de los instrumentos y herramientas usados en el curtidode las pieles (10) y que actualmente se encuentran custodiados en el colegio “Reina Sofía”, esperando su hipotética ubicación en un posible Museo de la Piel (11).


De otra tenería, no lejos del Rodezno, propiedad entonces de Miguel Romero, Manuel Cabello tuvo la ocasión de conseguir utillaje y otros elementos para exponerlos en una sala del Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla, en la que permanecen actualmente (sala IV, en el sótano del mismo).

Por otro lado, Manuel Cabello fue haciéndose con numerosas piezas de artículos de piel elaborados en Ubrique hasta constituir una variada tipología de gran valor histórico. También llegó a redactar un proyecto de Museo y buscó los apoyos necesarios durantes dos décadas para su ejecución. Incluso a nivel político llegaron abarajarse varios nombres para su posible ubicación: el propio Rodezno, el Convento de Capuchinos una vez que estuviesen completadas las obras de restauración del mismo que comenzaron a finales de los 80. Nada de eso se llevó a efecto.

Y ese fue su último deseo, nunca cumplido: que Ubrique poseyera un espacio expositivo donde los ubriqueños pudiésemos conocer una parte sustancial e ineludible de nuestra propia historia y mostrársela a todos aquellos que supiesen valorar la importancia de conservar el patrimonio.

Porque la cuestión ahora es qué acervo cultural dejaremos a las generaciones presentes y venideras, ya que corremos el riesgo de olvidar para siempre esa parte de nuestra memoria; qué va a ocurrir con el patrimonio rescatado y la historia recuperada por Manuel Cabello. Quizás la perdamos para siempre... si no hacemos algo a tiempo.


Natalia Julia Cabello Izquierdo, Ubrique 2004






Notas

  1. ”Pero a pesar de este aparente triunfalismohablo también de denuncia. Denuncia porque casi todo está en el mismo abandono en el que lo encontramos. Los años y la desidia no han pasado en balde. Nuestro “Columbario” (...) fenece. Manos desaprensivas lo degradan (...) La etnología, curtidos y piel brilla por su ausencia, en un pueblo como Ubrique que se precia de ser “Cuna del artículo de piel”. CABELLO JANEIRO, Manuel: Ubrique, encrucijada histórica. Sevilla, 1987, pág. 10.

  2. CABELLO JANEIRO, Manuel: Del sombrero de tres picos a la montera (Breve historia de unos “Janeiros” en Andalucía 1992.

  1. CABELLO JANEIRO, Manuel: Ubrique, encrucijada histórica. Sevilla, 1987, pág. 9.

  2. Idem, capítulo IX

  3. Idem, pág. 76.

  4. Manuel Cabello dejó algunas publicaciones entre las que destacamos las ya citadas “Ubrique, encrucijada histórica” y “Ubrique, piel al descubierto” y además dos biografías de dos personajes ubriqueños: Diego José de Cádiz (Beato Fray Diego) y Francisco Panal Pérez (Obispo Panal). La biografía de éste constituiría su última obra escrita y para la elaboración de la misma, Manuel Cabello, ya con 65 años y siempre junto a su esposa, Esperanza Izquierdo, llegó a realizar dos viajes en 1997 a la localidad de Concepción de la Vega, en la República Dominicana, en la que el Obispo Panal había desarrollado su trabajo.

  5. CABELLO JANEIRO, Manuel: “Ubrique, piel al descubierto”. Sevilla, 1992, pág 170: “Conocemos facturas de artículos de piel vendidos a Cuba, en los años 1910 y siguientes, del marroquinero Antonio Domínguez García (n. 1875) que alcanzó el premio internacional a la calidad de sus productos en la Exposición Internacional de Filadelfia de 1926”.

  6. Idem: “(...) en un futuro, cuando nos comprometamos a hacer un título más serio y amplio del proceso evolutivo de la piel de Ubrique


Podemos encontrar el texto en PDF pinchando aquí.

martes, 25 de agosto de 2009

Historia de los curtidos en Ubrique

Foto: Leandro Cabello Izquierdo
Ubrique, 2009


MEMORIAS QUE PRESENTA EL GRUPO DE MISIÓN RESCATE NÚMERO 208 DEL COLEGIO NACIONAL DE UBRIQUE (CÁDIZ)
V CAMPAÑA, 1971
OBJETIVO: ESTUDIO DE UNA FÁBRICA DE CURTIDOS O TENERÍA ANTIGUA


Hablar de la piel de Ubrique o de los curtidos en Ubrique es como hablar de Ubrique mismo.Al igual que en los animales hay siempre un riego sanguíneo o linfático, y en los seres vegetales una savia vivificadora, sin cuyos elementos no existiría la vida vegetal o animal, en Ubrique ha existido de siempre, y aún continúa su influencia, un riego vivificador que lo personaliza, le da vida y lo hace diferente a otros pueblos.
Este riego, esta vivencia, llamémoslo así, es la originada por esa tradición ignota de loscurtidos.
El grupo 208 se Misión Rescate se honra en presentar "El estudio de una fábrica de curtidoso tenería antigua".
Es una verdadera pena que allá por el año 1810 a un grupo de franceses le diera por quemar nuestro archivo municipal. ¡Cuánto se perdió entonces!
Al iniciar nuestros estudios sobre los curtidos no por menos tuvimos que empezar por rebuscar en el Archivo Municipal datos fehacientes de esta industria. Pero cá, el primer libro que en él se guarda data del año 1814 y siguientes; en ninguno de ellos encontramos datos de esta industria. Muchas horas de consulta, de buscar y rebuscar, y nada.
Pero estábamos dispuestos a trabajar, y fuentes históricas son las leyendas y tradiciones, buscamos a los últimos descendientes de aquellos curtidores e investigamos los últimos momentos de los curtidos en Ubrique.
Un hecho casuístico, en la primavera de 1969, y ante él remontarnos a una época, concretamente romana, hacen que unamos a nuestra fantasía la veracidad, la leyenda y la hipótesis en pro de un trabajo que tiene características propias.
Mayo de 1969: Un grupo de batidores, entre ellos el 460, José Peña; el 466, Juan Zurita y el 468, Diego Chávez (los dos primeros componentes actuales del grupo), nos informaron de que había aparecido, en unos pozos de cimentación, una serie de muros y construcciones que habían llamado su atención.
Tan pronto como pudimos, sin que hubieran transcurrido ni 24 horas, nos presentamos en el lugar.



Próximo al río de Ubrique, junto al Colegio Libre Adoptado, en la nueva avenida Herrera Oria y como a unos cincuenta metros de la actual Glorieta de Misión Rescate, la empresa constructora de una entidad bancaria había perforado el suelo con 33 pozos, de un tamaño aproximado de 1,5x1,5 metros, y de profundidades que oscilaban de 2 a 3 metros, dispuestos en 3 hileras de once pozos cada una (véase plano número uno en página 5 del álbum fotográfico) donde se podían apreciar, en sus interiores, vestigios de paredes o muros de muy buena fábrica, algunos enlucidos, y que la sóla inspección ocular nos delataba ser romano. En superficie y entremezclado con la tierra sacada del interior observamos abundantes materiales de cerámica que ya iremos describiendo.

Lo que más nos llamo la atención fue la disposición tan rara que tenían estas paredes o muros.

Hemos intentado describir de una manera imaginativa en el plano al que antes hemos aludido, esta disposición. A través de los hoyos de cimentación se veían un sinfin de muros. Éstos muros no buscaban entre sí una perpendicularidad, como pudieran hacerlo las paredes de una habitación, más bien se inclinaban buscando unos ángulos agudos, formando entre ellos pozos de forma romboédrica. Qué rara era esta manera de construir. Por mucho que estudiamos, que preguntamos y que investigamos no sacábamos ninguna conclusión. Aquellos muros eran una misterio, no había manera de saber qué era aquella construcción. Pasó algún tiempo, y llegaron unos catedráticos de Cádiz para examinar en el colegio Libre Adoptado, momento que aprovechamos para consultar sobre los muros. Observando los materiales que habían aflorado, la disposición de los muros y la zona de Ubrique en que se encontraban, apuntaron una idea, que hemos hecho efectiva con todas las reservas que en este aspecto hay que tener. Según sus manifestaciones había un elevado porcentanje de probabilidades de que se tratara de las ruinas de una fábrica de curtidos, y los estanques que podían verse eran auténticos noques. Sorpresa mayúscula.

En nustro álbum fotográfico volveremos a abordar el tema.

La previsión del grupo, no así la de la empresa constructura que continuó con sus edificios, hizo que se conservaran para la posteridad una serie de fotografías de insustituíble valor. Las mismas se adjuntan en el álbum.

En ellas, aparte de referenciar los muros, se recogen todos los materiales allí encontrados: cerámicas, tégulas, ladrillos de construcción, monedas, lucerna en concha fosilizada, restos de silos, etc, que igualmente iremos describiendo en el álbum.

Nuestro maestro-jefe tuvo la idea de hacer realidad esta hipótesis de la Gran Fábrica de Curtidos Romana, y escribió un artículo periodístico en un diario madrileño; de este artículo enviamos copia en la página 27 del álbum.

Dejando aparte esta historia, analizaremos las verdaderas circunstancias del porqué de los curtidos en Ubrique.

Circunstancias ambientales y geográficas han posible el curtido de la piel. Ubrique, centro de una región montañosa y agreste enclavada en las últimas estribaciones del Sistema Penibético, con clima templado y húmedo, alcanzando niveles pluviométricos insospechados, propicios para fértiles pastos que alimentaran el ganado.

Tres importantísimos manantiales, uno de ellos con lápida conmemorativa que se remonta al siglo XVI, vierten sus aguas a través de tres arroyos (el Benafeliz, el Seco y el Rodezno) al río de Ubrique en el corto espacio de un kilómetro.

Cerca de Ubrique, a no más de dos leguas, un importante yacimiento de sal común: las Salinas de Hortales. Sus peñas de carbonato cálcico dan cal de la mejor calidad. Sus cercanos montes, bosques de encinas y alcornoques están tapizados de matorral: el lentisco, la breña y el carrasco son los que sobresalen. Además las aguas de los tres inagotables yacimientos arrastran infinidad de sales. Todas estas circunstancias (el agua, la sal, la cal y el tanino) son las que intervienen de una manera directa en los curtidos.


Desde el punto de vista histórico ya hemos explicado que en nuestro Archivo Municipal no constan datos, pero podemos aportar lo que Doña Francisca Larrea, esposa de Nicolás Böl de Fáber, y madre de Cecilia Böl de Fáber, conocida ésta última en el mundo de las letras como Fernán Caballero dice en diario manuscrito en julio de 1824 entre otras cosas: “...El pueblo es sensato, sobrio, tranquilo y religioso, como lo fueron sus antepasados; es independiente, robusto, industrioso y valiente como pueblo de montaña; tiene fábrica de paños, telares y tenerías, en todo lo cual también trabajan las mujeres...”

Doña Francisca Larrea hace referencia en estos párrafos a Ubrique. Más adelante continúa: “...Ubrique es tan amable, que siempre nos están obsequiando, mandándonos finezas, cada cual según sus facultades. Todos aquí tienen qué comer porque todos trabajan. Además de las tareas campestres hay telares de paños, rasas, jerga y lienzo, tenerías o fábricas de curtir cordobanes y banas, tintorerías...”

Posteriormente, Pío Baroja pone en boca del célebre conspirador Rodrigo de Avinareta, en su obra “La ruta de un aventurero”, lo que sigue: “...Pasea Ubrique, pueblo bastante mísero, en donde todo el mundo se dedicaba a hacer contrabando con la mayor impunidad y a coser petacas de cuero...”

Don Francisco Rodríguez Marín, en su obra “Refranes castellanos” publicada en 1924, da la explicación del refrán en Ubrique la mosca te pique: “...La mosca de Ubrique. La explicación es sencilla. Además de la propensión a buscar el consonante, general en los refranes castellanos en la industria de la piel y de los cueros, las pieles secas vienen de toda España y del extranjero para ser curtidas en las 18 o 20 fábricas, instaladas a lo largo del río, sometiéndolas primero a la depilación en noque de cal viva y luego a la curtición gradual en otros con curtidos, a fin de que tomen el tanino. Se dan casos, aunque raros, de venir pieles carbuncosas, y en tal caso la picadura de la mosca, que llaman vulgarmente alobado, inocula el microbio, siendo especialmente peligrosa, y, si no se cauteriza a tiempo, mortal. La frase debe aludir a la mosca alobado o carbuncosa. Hasta aquí cuanto de historia podríamos encontrar. Lo que sí es cierto es que al concurrir en Ubrique estas cirscunstancias que antes mencionamos: ambientales y geográficas, la historia de la curtición se pierde en lo más remoto de los tiempos.


HISTORIAL MODERNO DE LOS CURTIDOS EN UBRIQUE


Don Miguel Romero González, hombre de unos ochenta años, amable cien por cien y último descendiente de una familia de curtidores, ha sido el que nos ha relatado, a través de incansables conversaciones, el cómo, el cuándo y el porqué del cuero. Sus explicaciones han sido valiosísimas para el montaje de de nuestro Museo Local de Curtidos (único en el mundo). Gracias a él conocemos la técnica empleada para la curtición, y también gracias a él hemos recuperado todas las herramientas y utensilios empleados en el proceso de los curtidos.

Pero conseguir este rescate no ha sido fácil en absoluto. De estas 18 ó 20 fábricas de curtidos que existían a principios de siglo, según manifiesta Rodríguez Marín en sus “Refranes Castellanos”, sólo se conservan dos edificios, que están en estado de abandono y de ruina.

Entremezclados con cascotes vacíos, vigas, entresuelos hundidos, y cubiertos por hiedras y jaramagos, se encontraban todos estos utensilios que hemos llevado a nuestro Museo Local. Y, francamente, hay piezas verdaderamente antológicas.

Una especialmente, que en el argot de la profesión se llama estira, está construida con madera y pizarra, y tan desgastada ya por el uso que el señor Romero dice que tiene una antigüedad de más de doscientos años. Él mismo dice que esta estira era ya vieja cuando su abuelo era tenerario.

Dejamos aparte la descripción de estas piezas para hablar de la manera de hacer los curtidos.

El verdadero proceso de los curtidos podemos clasificarlo en dos grupos. Un trabajo, llamado “de rivera”, y otro “de rematado”. Entre uno y otro podía haber una diferencia de tiempo de hasta 18 meses.

Las pieles, generalmente de vacuno, entraban en la tenería, en promer lugar a unos depósitos llamados noques (plano número 2, página 28 del álbum) de forma ortoédrica. Allí se mantenían durante unas doce a quince semanas bajo los efectos de cal diluída con agua. Transcurrido este tiempo las pieles eran tratadas individualmente con unos cuchillos especiales para quitarles la carnaza, los nervios y los vasos sanguíneos, sobre unos taburetes de madera de forma convexa.

Estos residuos eran tratados más tarde para convertirlos en cola de carpintero. No obstante, en algunos casos eran arrojados a la rivera del río, de ahí el nombre de “trabajos de rivera”.

Desprovista ya la piel de pelos, carnazas y suciedades, venía la verdadera operación del curtido. En seis noques, debidamente preparados, se iban poniendo capas paralelas: una de curtiente (corteza de alcornoque), otra de pieles; una de curtientes, otra de pieles. Así hasta que se llenaba el noque a una altura aproximada de dos metros. Después venía el llenado de agua.

Así dispuesto, se tapaba cada noque con tablones y piedras hasta que transcurrían cuatro meses, pasados los cuales se procedía a trasvasar las pieles a otros noques, hasta seis, en el sentido inverso a como habían sido colocadas las pieles.

Esta operación duraba aproximadamente dieciocho meses. Una vez finalizada, las pieles eran palmeadas y secadas con tejas especiales. Finalmente se remataban sobre planchas de mármol.

Este procedimiento, lento y laborioso, fue el que se hizo en Ubrique de siempre. La revolución industrial de la segunda década del presente siglo hizo que fuera disminuyendo la acción curtidora en Ubrique.

Las tenerían van desapareciendo poco a poco y convirtiéndose en fábricas de petacas. En 1936, y falta la España nacional de suelas, se militarizan las pocas tenerías que quedan, volviéndose de nuevo a las tareas de curtición para el ejército.

Terminada la guerra, terminan definitivamente los curtidos en Ubrique. Con ellos se cerró uno de los capítulos más importantes de la historia de este pueblo, que fue capaz de transformar las ruinosas fábricas de curtidos en impresionantes fábricas de manufacturas de artículos de piel.


Manuel Cabello Janeiro. Febrero 1968

viernes, 19 de junio de 2009

Manuel Cabello Janeiro, Historia de los Curtidos romanos y árabes en Ubrique



Esta fotografía, tomada en el momento de la presentación del primer libro de Manuel Cabello, "Ubrique, encrucijada histórica" guarda aún la alegría y la satisfacción que sentía en el momento de mostrar a todos su trabajo. Por fin había conseguido plasmar muchas de las experiencias que había vivido con sus alumnos y sus compañeros, había conseguido publicar su primer libro, y estaba rodeado de sus compañeros, sus amigos y su familia. Francisco Collado y Salvador de Sancha habían escrito la presentación y el prólogo de la obra. Juan de Dios Carrasco Janeiro y José Núñez Fernández se habían encargado del diseño, la reproducción y la portada. Esperanza Izquierdo, su mujer, se había encargado de las correcciones y Leandro Izquierdo había escrito una poesía para la presentación.
La obra la dedicó a su familia, y es un tesoro para todos los ubriqueños, porque en veintisiete capítulos trata temas relacionados con la historia de nuestro pueblo y la comarca.
Ya escribimos el capítulo XX, que trataba del descubrimiento de la Mesta en Andalucía, y a continuación transcribiremos el capítulo VI.



CAPÍTULO VI
CURTIDOS ROMANOS Y ÁRABES

El Rodezno, en otro tiempo tan verde y exhuberante, había perdido no decimos un poco, sino un mucho de su grandiosidad y belleza pasadas. Aquel pequeño rincón ubriqueño era algo así como el centro para la vida ciudadana, no sólo para el solaz y el recreo, sino para una actividad febril en varios aspectos.

Dos o tres molinos (uno de ellos, conocido como el de Cotrino o el del Nacimiento, fue en 1986 sede de la primera Fábrica Municipal de Luz, y principio de la central autóctona de la "Eléctrica de la Sierra". En aquel antiguo molino se molturaba el trigo durante el día, y por la nocha se producía la electricidad) hacían girar sus descomunales ruedas harineras con el agua que, procedente del cercano nacimiento de la Cornicabra, caía en cascada sobre los arcaduces o cangilones de una noria conectada a la rueda dentada que engranaba con la principal de la tahona, y que en el argot molinero se conocía como "rodezno", de ahí que a la zona se la hubiera bautizado ya con el nombre de "El Rodezno". Y debió de ser muy antigua la instalación de estos molinos, porque escudriñando en las ruinas de uno de ellos, en determinada ocasión, encontramos una piedra escrita a manera de lápida, que conservamos y que textualmente decía:

"JHS (es un símbolo religioso) ESA OBRA HIZO GASPAR Y CABEZA AÑO DE 1682"

Como puede inferirse se trata de una lápida conmemorativa escrita en castellano antiguo, y para nosotros, los de la pandilla, de un hallazgo más.

Las aguas enfurecidas por la caída, salen al exterior por debajo de los molinos y como despedidas hacia afuera, formando arcadas reverberantes.

Y era bonito, porque, tiempo atrás, amén de aquel oficio de panadero, también se ejercitaba allí el de las lavanderas, mujeres que con paneras de madera o corcho de escalones redondeados longitudinales, realizaban el lavado de la ropa en aquellas limpias y frescas aguas, con tan sólo "jabón del verde" (hecho en labor artesanal con la cáustica y el aceite) y el agua. Y sobre todo ... ¡mucho pulmón! para una tela más pulcra.
Aquellas mujeres daban al ambiente un tono de jovialidad y alegría. Era muy agradable estar en el Rodezno!
Las aguas salidas del molino formaban un pequeño afluente del río de Ubrique al unirse con otro pequeño arroyo que procedía del Rano,y se fundían en el Llano del Río, como a cien metros más abajo. A partir del Rodezno y casi en ese centenar de metros se sucedían los molinos harineros, movidos por la misma agua, y las TENERÍAS, que precisamente aquella misma tarde en que nos habíamos citado allí pretendíamos conocer con más detalle, ya que hacía bastantes años que estos centros de producción de "pellejos curtidos" (fenomenales pieles que a través del tiempo habían dado origen a la famosa marroquinería ubriqueña) habían desaparecido; tan sólo quedaban allí ruinas y desolación. Era el imperio de la salvaje vegetación y de las ratas!

Lo mismo ocurría con los molinos harineros que habían desaparecido, todos menos unos, que , levantado sobre ruinas pasadas se había enganchado en el carro del progreso...

En realidad estábamos muy interesados por conocer una fábrica de curtidos, porque nos habían comunicado desde el Ayuntamiento que durante la Segunda República el número de tenerías a lo largo del río de Ubrique pasaba del medio centenar y que durante la Guerra Civil se militarizaron las que quedaban en número de cuarenta.

En el propio Rodezno habían existido cinco tenerías, de las que a su dueño sólo quedaba una, propiedad de Don Manuel Rojas, muy decrépita y en ruinas. Las otras cuatros habían desaparecido ya, por ampliación del camino de la Esperanza, paralelo al río, o por adecuación para viviendas. Así pues, sólo podíamos investigar algo en lo que quedaba de la del señor Rojas.
Efectivamente era una auténtica ruina. Tuvimos que penetrar en ella en guardia ante el posible evento de un desprendimiento, y mientras lo hacíamos la primera pregunta que dirigimos a su dueño fue que por qué junto al río de Ubrique habían funcionado tantas tenerías. Su contestación fue inmediata: "El agua es de gran calida para los curtidos, por su alto contenido en cal, magnífico curtiente que se emplea desde la más remota antigüedad."
-Pero los curtidos -inquirimos- ¿a qué fecha se remontan?
-Creo que existen documentos exactos de la curtición de las pieles en el Antiguo Egipto, contestó el señor Rojas, y a través de pinturas jeroglíficas se puede determinar más o menos fecha y manera de hacer el curtido.
- Y concretamente en Ubrique, ¿desde cuándo?
- Pues, hijos, eso ya no lo sé yo. Tengo cierta idea, pero es posible que entre en el campo de la hipótesis y la fantasía, de que los árabes supieron ya hacer una curtición tan perfecta, que muchas de sus rodelas y escudos de guerra estaban confeccionados con piel de Ubrique. me refiero a los árabes que ocuparon España durante casi ocho siglos. Os enseñaré en el interior una piel curtida no sabemos en qué fecha, porque cuando se compró esta fábrica, que lo hizo mi padre, sobre los años treinta, ya estaba aquí. Verán ustedes qué dureza, qué curtición tanto que sería muy difícil que la traspasara una flecha ni cualquier otra arma por el estilo. Además observaréis su ligero peso.

Y, efectivamente, nada más traspasar el umbral del segundo portón, al entrar en una habitación que olía a abandonada, dándonos cierta sensación de antigua oficina, pudimos ver por entre las maderas rotas de un viejo estante algo parecido a una manta mal doblada. Se trataba de una piel de becerro gruesa curtida en Ubrique hacía más de treinta años y que los familiares el señor Rojas usaban de vez en cuando , cuando eran necesarias unas "medias suelas" para los zapatos. Era dura como la madera, y su peso, a pesar de su gran tamaño, no debía de ser grande, de unos diez o doce kilos. Con estos datos no nos extrañaron las asevaraciones de nuestro acompañante.

Penetramos más al interior, una especie de patio porticado donde estaba el "alma mater" de su pasada industria. Todo indicando ruina: vigas caídas, tejas rotas por los suelos, desconchones, telaraña, enfin, un caos.

No obstante pudimos comprobar que en el suelo se hallaban dispuestos varios pilones o pequeñas piscinas, todos muy profundos , alcanzando los dos o tres metros de profundidad. El tamaño era muy irregular. Se ajustaban en realidad a las medidas de este patio porticado. Unos mediría, sobre superficie, 4x5 metros, otros 4x2 y así en este orden hasta completar seis pilones o noques, distribuidos cuatro semejantes en paralelo y dos a todo lo largo del rectángulo que formaban los cuatro mencionados.

-He ahí, dijo el señor Rojas, donde estaban los pellejos para su curtición. Contenían aguas preparadas para descarnar, depilar y conservar. Todo se hacía de manera natural, a base de sal común, que la traían las bestias desde las Salinas de Hortales, que ustedes ya conocen; curtientes como el tanino y el tejido suberoso de la encina y el alcornoque, y la cal, principal elemento en la curtición.

Una vez tratadas las pieles, continuó animado nuestro anfitrión, se pasaba al laboreo, sobre esas mesas que aún, milagrosamente, se canservan en pie. Esa de formas redondeadas e inclinada sobre el suelo, se usaba para el trabajo "de rivera", que era el primero que se efectuaba sobre las pieles, junto al río, por donde se mandaban las inmundicias de pelos, lanas y carnazas.

En las otras mesas, como veréis de mármol encuadrado con madera, se efectuaba el trabajo de "rematado", donde la piel, libre ya de todas las impurezas, recibía manipulaciones de perfeccionamiento hasta conseguir un curtido de gran calidad, que siempre fue muy famoso.

-Archiconocida era, prosiguió, la piel de Ubrique, hasta hay quien piensa que "el ubrique" era un animal especial...

Todos reímos la salida.

¿ Y cuánto tiempo se tardaba en curtir una piel? Fue en ese momento la pregunta obligada.

- Pues, más o menos... mirad, nos dijo, esa piel que hemos visto en la oficina, mi padre nos decía que habían tardado por lo menos dieciocho meses en prepararla. Nada menos que año y medio ¿Qué os parece?

Le tocó el turno al instrumental. Sobre las paredes había de todo. Y por los suelos ¿cómo no? también. Trás un simple ojeo pudimos catalogarlos en dos grupos, en los que las únicas diferencias se manifestaban por el tamaño. Después supimos que los instrumentos de uno de los grupos se llamaban estiras, y los del otro cuchillos. Estos últimos eran los más grandes, como de medio metro cada uno. Básicamente estaban fromados por una larga hoja de acero, semicurva, a manera de mandoble, en cuyos extremos se encontraban los mangos de madera. La piel, salida del noque correspondiente (unos con cal, otros con salmuera, otros con los curtientes) y bien reblandecida, se popnía sobre el tablero "de rivera" y la destreza del tenerario o curtidor iba limando las impurezas que contuviera: pelos, carnaza y restos, con los cuchillos de pelar, descarnar, desollar, etc.
Estos restos pilosos, o epiteliales, se dejaban secar al sol, y de los mismos se obtenía una magnífica cola de carpintero, muy apreciada por su alta calidad.
Seguía el proceso y la piel, después de varias semanas en los noques correspondientes, pasaba al tablero o mesa de rematado, donde con los otros instrumentos, llamados estiras, más pequeños que los cuchillos, como de 15 centímetros, le iban dando la consistencia necesaria y el ahormado preciso para que quedara una piel de bonito acabado.

La visita fue muy entretenida y quedamos satisfechos, pero lo estuvimos aún más cuando le pedimos al señor Rojas unas muestras del instrumental y algunos objetos en desuso de la tenería, y muy amable nos lo regaló.

En nuestras manos quedaba todo un muestrario de piezas de antología, correspondientes al instrumental de una fábrica de curtidos antigua que había desaparecido por imposición de la vida moderna que había aportado nuevas técnicas para la curtición. Gracias a nuestra visita este material se salvaba, y con la mejor ilusión prometimos guardarlo hasta que se creara el MUSEO DE LA PIEL DE UBRIQUE.

Después hemos buscado y rebuscado por otras antiguas tenerías ubriqueñas, sobre todo por aquellas que se militarizaron entre los años 1936 y 1943, pero no pudimos encontrar nada más. Todo había sido aniquilado por el abandono.

Nuestras conclusiones de estas visitas fueron muy claras y concisas. Bien merecían las tenerías un profundo estudio etnológico, por la importancia vital que han tenido para Ubrique, no sólo para su desarrollo comercial, sino porque el curtido ha sido la base fundamental para hacer de Ubrique CUNA DEL ARTÍCULO DE PIEL. Historiadores y etnólogos son lo que Ubrique necesita.

x x x

Salimos de la tenería. Frente por frente, de nuevo nuestro Convento, ahora en silencio trás la exclaustración de la comunidad capuchina que lo ocupara hasta el año 1936. Sólo queda como testimonio religioso el ser Santuario de la Patrona de Ubrique, la Virgen de los Remedios. Y junto a él, saliendo casi de sus pies, unas enormes arcadas, doce en total, que soportaban una conducción de agua a través de un canal que pasa por encima, a manera de acueducto romano.

jueves, 7 de mayo de 2009

La fuente de los Nueve Caños

Fuente de los Nueve Caños.
Fotografía de mediados del siglo XIX recuperada por Manuel Cabello


Transcribimos un artículo de investigación escrito por Manuel Cabello en agosto de 1968 y publicado por el Ayuntamiento ese mismo año:

" Cuando, hace 300 años, en 1668, se finalizó la construcción del Convento de Capuchinos de Ubrique, faltaba dotarlo del agua necesaria para el gasto de la comunidad que en él había, así como el riego de la huerta que lo circundaba.
Fue el Padre Nicolás de Córdoba quien, a mediados del siglo XVIII nos dejó escrito el relato sobre la propiedad que dicha comunidad capuchina tenía sobre el agua procedente del Benalfi. El referido autor, por las fechas antes indicadas, investigó sobre la base jurídica de dicha propiedad, sacando como consecuencia que era una servidumbre del convento desde su fundación.
El agua era llevada al convento, en esta primera época, por tajeas descubiertas y, para pasar el arroyo, llamado "Arroyo Seco", había un canal de madera sobre postes. Posteriormente un hermano capuchino, Fray Pedro de Tebas, al que popularmente se llamaba "eminentísimo ingeniero", vino a Ubrique y restauró por completo toda la traída de aguas al convento, encauzándola a través de calñerías y comenzó la obra de los Nueve Caños, terminándose ésta después de su muerte en el año de 1723, según consta en la lápida commemorativa que allí existe, en bastante mal estado debido a las concreciones del agua y la humedad, esperando que este trabajo sirva de aviso para ponerla en un sitio más indicado y seco.




Conducción de aguas al convento.
Fotografía de mediados del siglo XIX recuperada por Manuel Cabello


Se comenzó entonces por fabricar un acueducto que salvara el desnivel del nacimiento (llamado Rodezno). Este acueducto era arcado y tenía una fuente con abrevadero que subsistió hasta que en 1937 se realizó la obra nacional de traída de agua a Ubrique.





Fuente de la Plaza, 1968
Fotografía: Manuel Cabello


Posteriormente se llevó el agua a la Fuente de la Plaza, por un sistema mixto de tajeas y atamores.
La fuente se construyó al gusto de la época. En su parte ornamental está formada por piedra arenisca labrada (es muy posible que la fachada del Ayuntamiento actual, construído en la misma época esté fabricado con el mismo material ornamental, por ser un conjunto armónico, ahora bajo gruesa capa de cal). La pila es de una sola pieza de piedra caliza.
La total terminación de la obra fue en 1737, once años después de iniciada, acreditando este dato el texto lapigráfico existente en el frontispicio de la fuente que textualmente dice así:



A ESPENSAS DESTA Vª (villa)
SE HIZO ESTA OBRA SIENDO CORREGD. (corregidor)
EL S. DN. FERNANDO MARQUEZ BARREÑO
AÑO 1727

Dos siglos más tarde el General Queipo de Llano, a instancias de don Francisco Bohórquez, en bando fechado el 14-12-36 autoriza dentro de la Obra Nacional emprendida de reconstrucción un moderno sistema de traída de agua a la villa. Tomándose aguas del Benalfí y del Nacimiento y almacenándose, por medio de una central elevadora en un depósito de gran capacidad unos 520.000 litros de agua, suficiente para el suministro de una gran ciudad.
Este nuevo servicio de aguas fue inaugurado solemnemente el 4 de octubre de 1937 por el mismo General Queipo de Llano.

Ubrique, agosto de 1968
Manuel Cabello Janeiro