miércoles, 22 de abril de 2009

Ocurris: la mejor apuesta de Manuel Cabello



Manuel Cabello Janeiro siempre había sido un apasionado de la arqueología. Cuando emprendió la tarea de Misión Rescate no sabía aún lo importantísima que sería su labor para preservar la historia de nuestro pueblo ni lo implicados que estaríamos todos los ubriqueños con sus descubrimientos.
Durante toda su vida había, como cualquier ubriqueño, recorrido la sierra una y mil veces. Sabía de la existencia de un cobijo para los cerdos y las cabras en el lugar denominado "Salto de la Mora", y había visto restos de otras construcciones. A finales de los sesenta, estudiando el libro de la historia de Ubrique, supo de la existencia de Juan Vegazo, y los esfuerzos que había hecho para sembrar una viña al tiempo que excavaba unas ruinas romanas.
La creencia general era que allí ya no quedaba nada que mereciera la pena, y los restos visibles eran poco representativos. Pero Manuel Cabello se empeñó y se empeñó en que había que estudiarlo. Con muy pocos medios, pero con gran poder de convocatoria y convicción, consiguió implicar a Bellas Artes, a las autoridades locales, a la Diputación y a todo el que fue necesario para empezar varias campañas arqueológicas, dirigidas por el arqueólogo sevillano Salvador de Sancha, erudito y director del Museo Arqueológico de Sevilla, que desembocaron en el descubrimiento de los monumentos y la puesta en valor de todo el lugar. Sus trabajos dieron fruto, y más tarde han seguido las excavaciones y las tareas de limpieza, algunas dirigidas por su propia hija, Natalia.
Hoy día Ocurris, el Salto de la Mora (como ha sido conocido desde siempre) u Ocuri (como algunos lo conocen desde hace poco), forma parte del patrimonio arqueológico de la Sierra de Cádiz, se realizan visitas organizadas para que todos los escolares de la zona puedan conocerlo y está considerado como una de las joyas del Patrimonio Ubriqueño, y, cualquiera que esté interesado por la historia del lugar, puede consultar el libro de Manuel Cabello "Ubrique, encrucijada Histórica para caminos juveniles".

Esperanza Cabello Izquierdo, abril 2009

Ubrique, corazón de la Sierra de Cádiz, por Manuel Cabello Janeiro.


Vista de Ubrique. Foto de Leandro Cabello


Transcribimos a continuación el artículo "Ubrique, corazón de la Sierra de Cádiz", escrito por Manuel Cabello y publicado por el periódico ABC número 21.816 el 15 de agosto de 1973:

"La llanura gaditana, la enorme llanura gaditana, se cansó de ser campiña. Cambió los llanos marismeños, rotos por las fisuras de esteros, los de caulina y la mata por las onduladas mohedas y suaves crestas; después... las moles gigantescas de la serranía. Desde Arcos, su gardián y su guía, se otea en el horizonte la mole enhiesta y grisácea del San Cristóbal. Su ciclópea configuración se señala a veces por su fantasmagórica figura; otras, es faro de esperanza para el navegante del Atlántico que se aproxima a las costas españolas. Y a su sombra diecinueve pueblos, nacidos de la sobriedad innata de la sierra e hijos del devenir de la historia. Su situación, en el NE de la provincia de Cádiz y sobre las últimas estribaciones de la Penibética, le dan una fisonomía muy particular, a la vez que es brazo de unión de tres provincias hermanas: Sevilla, Málaga y Cádiz. Sus bastiones, murallas inaccesibles, sirvieron de frontera en épocas pretéritas, y en él pensaba como paraíso soñado el hombre primitivo: Sus ríos, encabezados por el rey de los cauces gaditanos, el Guadalete ( río Lethr, de antiquísima etimología céltica) vivificados por los de Ubrique, Tavizna y el truchero más meridional de Europa, que lleva el nombre de un bonito pueblo, "boom" turístico de la sierra: El Bosque, sirvieron, por su inagotable pesca, de almacén, a la vez que formaban un poderoso nudo de comunicaciones naturales. Sus bosques, abundantes por sus estructuras geológicas y su clima, supusieron para el hombre primitivo recolección y caza. Sus numerosas cuevas y cavernas suministraron la habitación necesaria, y en ellas nos dejaron libros abiertos con páginas muy interesantes de sus vidas, como son la Pileta, el Berrueco, las Palomas, el Aznar... y tantas y tantas otras conocidas o semiconocidas como abundan por la serranía gaditana. Modernas técnicas arqueológicas llevadas a cabo en el Salto de la Mora, del término municipal de Ubrique, nos descubren un mundo totalmente inédito y científicamente comprobado: el púnico, de existencia anterior al milenio antes de Cristo, hablándonos de una cultura muy avanzada. Y debajo de esta cultura, restos muy significativos de la existencia del hombre anterior a este mundo púnico. No cabe duda de la bondad del paisaje, paradójicamente encuadrada en sus propios riscos, que le sirven de defensa; sus abundantes manantiales (calizos, sulfídricos, salinos, minerales, termales, ferruginosos...) dan lugar a poderosas vías de penetración y comunicación, y sus bosques hacen de la serranía el lugar ideal para una existencia feliz. Ya en tiempos más históricos, los romanos se asientan con un vigor sin precedentes en la serranía. Son numerosos los yacimientos, y entre ellos hay que recordar al bravo Ocurris, a la feliz Lacídula grazalemeña, al activo Ituppcis o a la majestuosa Clarisa Aurelia. Cuántas y cuántas villas y viviendas abundan por doquier! Pero creemos, y esto no es bien conocido por todos, que sus valles, pasos, desfiladeros y cañones tuvieron un papel trascendentalísimo en la historia, ya que, al igual que a Viriato, sirvieron para desde allí atacar a las huestes romanas, en guerra de guerrillas; y a muchos héroes anónimos les han servido como parapeto en defensa de su tierra cuando ésta ha sido hollada por el invasor enemigo. Modernos ejemplos tenemos en los guerrilleros serranos, héroes nacionales, Ceballos, Zaldívar y Juan Ruiz, el Vizcaíno (moderno carbonero que, con su partida, tuvo en jaque a mariscales y generales franceses durante varios años, en la guerra de la Independencia. Pero volvamos atrás. Los pueblos godos, sobre todo los alanos, se contentaron con destrozarlo todo a su paso hacia África. No obstante, y en eso nos dejamos llevar por la fantasía y la tradición, Don Rodrigo, su último mandatario, pernoctó la famosa noche anterior a la batalla del Guadalete en el Castillo de Aznalmara, en el enclave del Hondón, entre Benaocaz, Grazalema, Benamahoma y Ubrique. La penetración árabe fue fácil. Trás la estrepitosa caída de Don Rodrigo, los hispano-romano-visigodos, según el decir de la historia, vieron con indiferencia esta invasión, y a la vez que pasaban algunos en francas galopadas hacia el norte español, otros íbanse quedando en estas montañas. Casi ocho siglos duraría este asentamiento árabe, pues aunque Fernando III el santo y Alfonso X el Sabio conquistaron en el siglo XII casi todo el valle del Guadalquivir, estas tierras fijaron fronteras con el reino moro de Granada, quedando como "tierra de nadie" durante dos años y medio, época esta que marca la de mayor desventura de la serranía, por ser terrenos de "razzias". Sobre sus picachos se levantaron numerosas fortalezas, las más de las veces como torretas vigías, para avisar del peligro de invasión: Matrera, Cardela, Garciago, Bujeo, Mulera, Tavizna O Aznalmara, Benaocaz, Villaluenga, Zahara de la Sierra, Olvera, Arcos... forman un mosaico estratégico perfectamente definido. En la actualidad algunas de ellas se conservan en buen o relativamente buen estado. Entre ellas Aznalmara, Olvera, Arcos y alguna otra quizás en breve sean conocidas por el turismo. De la existencia árabe quedan valiosos recuerdos. Sobre todo para Ubrique, desde donde ha arrancado la actual artesanía manufacturera de la piel, el recuerdo más valioso sea el de los curtidos del cuero. Para ello crearon una floreciente industria, aprovechando el tejido de la encina y el alcornoque, sus aguas, eminentemente cálcicas, el tanino, tan abundante, y la sal, que se extraía y se extrae de los yacimientos de Hortales. Todos estos ingredientes, unidos a una técnica especial, daban tal consistencia a la piel, que podemos asegurar que los escudos de guerra estaban fabricados con pieles curtidas en Ubrique. Esta remota industria de los cueros ubriqueños con el pasar de los siglos se perfeccionaría, dando lugar a la internacionalmente conocida "piel de Ubrique", que al principio del siglo pasado se transformaría en rústicas petacas, bolsas de avío y precisos, primitivas carteras que por su sencillez y simple rematado nos dejan hoy, esas reliquias de nuestra artesanía, maravillados ante su contempalción. Finaliza la Reconquista y es cuando de verdad comienza el proceso histórico de la serranía. Zahara, Olvera y Arcos quedan como cabeza de comarca, y con ellos encuadrados los distintos municipios. Por Real Cédula de Privilegio y Merced dada por los Reyes católicos en Jaén, el 11 de enero de 1490, devuelve a la Casa Ducal de Arcos, por servicios prestados, favores traducidos en tierra, y es así como el Señorío de la Siete Villas pasó a depender de los Ponce de León, viviéndose bajo un aspecto feudal casi dormitando hasta finales del siglo XVIII Y al principio del siglo XIX la Sierra despierta de su letargo. El francés invasor ataca con saña la tierra hispana. Los serranos luchany defienden su terruño como no está en los escritos. Pero los "gabachos", feroces y vengativos, viendo que nada podían hacer con los guerrilleros, perfectos conocedores de su tierra,que les atacaban, queman y expolian una y otra vez las villas serranas, quedando como recuerdo de un mal pasado aquella popular letrilla que dice:
Villaluenga del Rosario
No quiso capitular
Y vinieron los franceses
Y quemaron el lugar
De estas cenizas de destrucción y odio se levantarían durante el pasado siglo, cual Fénix de leyenda, estos pueblos de los que al menos uno ha alcanzado su esplendor. Este pueblo, Ubrique, que tiene su arranque en su propio valor, , que nace a la sombra de una piel que le dio fama, que no tiene fronteras, y que al presente ha transformado aquella piel en pura artesanía marroquinera, envidia del mundo entero. Ubrique da vida con lazos de verdadera hermandad a toda la serranía gaditana, luciendo con orgullo el eslogan del que se ha hecho acreedor: "Pueblo blanco, turístico, cuna del artículo de piel". Y, ¿por qué no? Corazón de la Serranía Gaditana.
Manuel Cabello Janeiro, Ubrique, agosto de 1973.

Profesor de ciencias sociales desde 1966, Manuel Cabello se dedicó durante toda su vida como maestro a darnos a conocer a todos la historia de nuestro pueblo. Sentía tal adoración por su tierra que aprovechó cualquier oportunidad para hablar de ella, y publicó numerosos artículos en los periódicos de la época, siempre con el mismo tema: Ubrique, La Sierra de Cádiz y la historia de nuestros pueblos.
Y aunque Ubrique siempre fue el primero, Manuel Cabello fue un enamorado de todos los pueblos de la Sierra: de pequeños recorrimos una y otra vez las calles de Benaocaz, Villaluenga, Benamahoma, Grazalema, Zahara, Algodonales, El Gastor y tantos otros pueblos, en los que siempre había alguien que lo apreciaba y los llamaba: "Don Manuel, venga usted a ver...". Nos llevó a todas las fiestas populares; al Corpus, a los Moros y Cristianos, al toro de cuerda, a las romerías... y siempre era bien acogido, lo conocían y lo invitaban a conocer los secretos de sus pueblos. Hasta lo invitaron varias veces a ser pregonero de las fiestas.
Fue, sin lugar a dudas, uno de los precursores del fomento de turismo en los Pueblos Blancos de la Serranía Gaditana.

Esperanza Cabello. Ubrique, abril 2009

viernes, 17 de abril de 2009

Los archivos de Benaocaz: El descubrimiento de la Mesta en Andalucía por Manuel Cabello Janeiro


Manuel Cabello hizo sus estudios de magisterio ya mayor, con cinco hijos en el mundo y muchas ganas de hacer cosas nuevas. Su primer destino fue Igualeja, un pequeño pueblo de Málaga, y después estuvo en Benaocaz. Allí descubrió, a principios de los setenta, que el Archivo Municipal estaba muy abandonado. Era de los pocos archivos de la zona que había sobrevivido al paso del tiempo, a las guerras, a los incendios y a las inundacionones, pero, no obstante, estaba descatalogado y arrinconado. Obtuvo el permiso necesario, gracias a su interés y a ser maestro, para organizarlo y estudiarlo, y, trás meses de estudio y trabajo, consiguió hacer varios descubrimientos muy importantes. En el capítulo XX de su primer libro :"Ubrique, encrucijada histórica", podemos leer la interesante historia que transcribimos a continuación. Antes debemos aclarar que es el relato novelado de la investigación contado como si una pandilla de jóvenes (en realidad eran los componentes del grupo de Misión Rescate 208) lo contara en primera persona.

CAPÍTULO XX

BENAOCAZ GANA UN PLEITO CONTRA LOS PRIVILEGIOS REALES DE LA MESTA



La pandilla, como ya hemos comentado, estuvo durante varios años rastreando, nunca mejor dicho, el Archivo Histórico de Benaocaz. Legajos y más legajos habíamos estudiado y ciertamente en nosotros se despertaba una inusitada curiosidad ya que el contenido histórico-cultural de estos librotes no sólo se refería a la sin par villa benaocaceña, sino a toda una comarca o región, la denominada Serranía Gaditana. Y, desde luego, cada vez que localizábamos algún nuevo dato de interés´la alegría nos inundaba y lógicamente hacíamos comentarios entre las personas que andaban a nuestro alrededor... Pero había una persona, nacida en Benaocaz y residente en la capital española, Profesor de Lenguas Clásicas en un instituto madrileño, a la cual dábamos el "parte" casi a diario, primero por ser benaocaceño y segundo porque, según él, estaba casi tan interesado como nosotros en el Archivo. Él mismo sería quien nos orientara en esta nueva singladura que comentamos para revalorizar uno de los textos encontrados, concretamente el que se refiere a "Privilegiados de Mesta".
Sus palabras nos dieron idea de que se trataba de un valiosísimo libro olvidado, que no debía quedar en el montón, hipótesis que se potenciaría cuando llegáramos a las conclusiones finales tras las distintas aportaciones documentales, no sólo por su estructura, sino por su importante contenido que trata, nada más ni nada menos, que el tema del mestano en Andalucía Occidental, hecho casi desconocido en la actualidad. Libro valiosísimo por la época en que estaba escrito el texto "anno 1557".
Y no solamente era desconocido el hecho en sí en Andalucía Occidental, sino que en España hay muy pocos especialistas en la materia. Y como si fuera una ironía del destino tiene que ser un francés el que se ocupe de estos temas. De todas maneras para la Pandilla era de agradecer que al menos esta persona, el Profesor Jean Paul Le Flem, escritor e historiador, se interesara por nuestros trabajos.
El catedrático de Benaocaz, en descanso por aquellos días en la población serrana y tras nuestros apasionados relatos sobre el Libro de Mesta existente en el Archivo Histórico de su pueblo, fue el que hizo las gestiones para podernos acercar al historiador francés, que él conocía y del que poseía el libro "Un gran Señor de la Mesta, don Juan Ibáñez de Segovia, Marqués de Mondéjar y Acrópolis", publicado como miscelánea de la Casa Velázquez.
Unas cuantas llamadas telefónicas y una carta de presentación nos bastaron para acudir a Sevilla, cuya Feria de Abril era visitada por el profesor francés.
Previsoramentey gracias a las autoridades de Benaocaz, llevábamos con nosotros el valioso libro que nos había sido prestado a condición de que sería devuelto tal y com nos había sido entregado, y de que bajo ningún concepto lo dejaríamos en ningún lugar ni a nadie.
La entrevista no pudo ser más halagadora. Al profesor le encantaba que nos hubiéramos interesado por este tema, tan interesante como desconocido, y a la vista de nuestras manifestaciones e informaciones, de las que él no tenía ninguna noticia hasta el momento, llegó a manifestarnos que "... sin lugar a dudas, este texto que ustedes portan es digno de ser publicado"
Siguieron sus comentarios, en el mismo hall del hotel donde conversábamos, en el sentido de que "para hacer un estudio a fondo hay que fotocopiarlo". Así lo hicimos. Poco a poco fuimos remitiendo folio tras folio a Madrid para su traducción por el Señor Le Flem.
Las contestaciones no se hicieron esperar, porque a través de diversas llamadas nos iba argumentando la realidad del contenido de tan preciado libro...


A medida que iban saliendo fascículos de la fotocopiadora, nos entraban unas enormes ganas de traducirlos, algo para lo que ninguno de nosotros estaba preparado, a pesar de ser antiguos universitarios, y decidimos intentarlo.


Al principio nos costó muchísimo pero poco a poco el trabajo fue más cómodo: Llegamos a traducir los 183 folios que componen el texto con una cierta perfección y con muchísima paciencia.


En nuestro Cuaderno Diario de Excursiones anotábamos por aquellos días “… un extraordinario pendolista, o escribiente de la Real Cachillería, había legado para la posteridad este texto que ha causado sensación entre aquellas personas más o menos relacionadas con el tema, pues gracias a estas conversaciones llevadas a cabo con el Sr. Le-Flem, el libro ha despertado en todas partes el natural interés, sobre todo en el Sindicato Nacional de Ganadería, cuya bibliotecaria y archivera, Sta. De la Torre, nos pone en contacto con el Archivo Provincial de Cádiz, y de aquí, con el Histórico Nacional, a través de su subdirector, Sr. Martínez Bara. Todo un periplo que, a su vez, nos sirve para mantener la calidad de lo inédito del libro en cuestión…”


Con franqueza debemos decir que la transcripción del libro, poco a poco, se fue haciendo grata para nosotros, ya que se nos ocurrió confeccionar una especie de “vocabulario-abecedario” para descifrar los símbolos más confusos, con lo que hacíamos más fácil su lectura o traducción.


Unos días, unos, otros días, otros, algún miembro de la Pandilla iba escribiendo en el Libro Diario de Excursiones: “LIBRO DE MESTA. Real ejecutoria de la Real Canchillería de Granada, ganada por el Concejo de la Villa de Benaocaz, contra el Honrado de la Mesta, sobre que puedan adehesarse las tierras inmediatas de la Villa. Año de 1557…”


Puede figurarse el lector el impacto que nos produjo la lectura de estas primeras líneas que fue la mecha que prendió nuestro interés porque, por aquellos entonces difícilmente se podía ganar en litigio a unos Privilegios Reales, como eran los de la Mesta.


Pero a pesar de este “triunfo de los lugareños”, algunos de ellos tuvieron que pagar determinadas cantidades de maravedíes, por haber abusado de las propiedades de sus tierras, cobrando a ganado mesteño impuestos por pasar por las mismas.


Continuando con nuestro texto, decíamos a continuación: “… D. Felipe Segundo, por la gracia de Dios, Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Jerusalén, de Portugal, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algalbes, de Algeciras, de Gibraltar, de las Canarias e Islas y Tierras Firmes, de la Mar Océana, duque de Austria, duque de Bayona y Benavante, conde de Roselló y de Denia, marqués de Onís, señor de Vizcaya y de Molina, Conde de Flandes y del Tirol, a los nuestros corregidores asistentes, gobernadores, alcaldes mayores y ordinarios, y otros jueces y justicias qualesquieran, así como de la villa de Benaocaz, como de todas las otras ciudades, villas y lugares de nuestros reinos y señoríos, antes quienes esta carta ejecutoria o sus traslados signados de escribanos públicos formas y maneras, que a ella fuera presentada… sepan (sépades) que pleito pasó y se trató en nuestra Corte y Canchillería…”


Continuando con nuestros estudios de Mesta, localizamos un tema que nos llamó la atención y que igualmente reflejamos en nuestro particular Cuaderno Diario de Excursiones. Ésta era su transcripción: “…Ante el Alcalde Mayor de Ronda, será presentado un escrito de querella y demanda por Juan Sigler, procurador del Concejo de Mesta en contra de la Villa de Benaocaz, por… que el Concejo de la Villa de Benaocaz, vedaban y acotaban un ejido y pasto común que estaban en su término, cerca del lugar, lo tenían adehesado y no consentían que ganado alguno le entrase a pastar y si acaso entraba lo penaban, corrían y maltrataban si quedaban fuera, y les llevaban, y les habían llevado de cada cabeza de ganado menor, dos maravedíes de día y cuatro de noche; y por manadas, a cualquier género de ganado, tres reales de día y seis de noche, por lo que dicho procurador hacía presentación, con el juramento necesario, pidió al dicho juez que condenase al dicho concejo (de Benaocaz) a que de aquí en adelante los ganados entrasen en dicho ejido, los dejasen pastar libremente, conforme a sus privilegios, y no les llevase penas algunas, y por las que les habían llevado, hasta entonces, en restitución de treinta mil maravedíes en que la estima, más las penas en que habían incurrido.


Hay en el pleito un largo proceso en el que, aparte de destacar el indudable valor para el conocimiento histórico de la región, al inicio de la E. Moderna, por ser fuente documental de primer orden para los eruditos en el tema, hay que destacar también que, gracias al Libro de Mesta, podemos actualmente efectuar un padrón de habitantes o personajes del pueblo benaocaceño, recién conquistado por los Reyes Católicos, con tropas al mando del Duque de Arcos y Marqués de Cádiz, D. Rodrigo Ponce de León (Mayo de 1485) e inicio de la fundación del Señorío de las Siete Villas, de las que en anteriores párrafos hemos comentado algo.


Son casi 100 personajes de los que de una u otra manera van pasando a través de la lectura del Libro, porque casi todos ellos, propietarios de tierras y ejidos son los que se “han aprovechado” de los ganaderos que atravesaban sus tierras para cobrar sus propios impuestos”


De estos nombres podemos hacer una pequeña relación muy interesante, porque a los Antón Sánchez, Juan Miguel “el viejo”, Juan Gutiérrez, Juan Miguel “el mozo”, Mateos Sánchez, Lorenzo Sánchez, Juan García, Pedro Zarco, Fernán Blasques, Alonso de Orellana…, etc., etc., habría que agregar otros más, muchísimos más, interesantes por su gentilicio. Nos explicamos: Benaocaz, dejando aparte su reducida población del orden de los 600 vecinos, actualmente [1976], es muy parecido a Ubrique, y otros pueblos de la comarca. Sus mismas características, su misma idiosincrasia, manera de ser… etc., etc., pero (y esto cuesta trabajo creerlo), la fonética de uno y otros pueblos es tan diferente que les hace parecer de distintas zonas. ¿Qué razones existen, para que en uno u otros pueblos se hable de tan diferente manera?


Quizás en este trabajo sobre el mestano benaocaceño encontremos una posible solución a la pregunta, al menos así lo estimamos, porque unidos a esos nombres reseñados, encontramos otros procedentes de Castilla, personas que debieron traer consigo las características propias (léxico, fonía) del habla castellana. Así pues encontramos nombres como Miguel de Toro, Juan de Béjar, Antón García de Llerena, Miguel de Salamanca, etc., etc.


Otro dato a tener en cuenta, para potenciar la hipótesis aludida, es precisamente que la repoblación de la Serranía Gaditana por los Reyes Católicos se haría pocos años antes del pleito, y al ser Benaocaz villa fronteriza, eminentemente musulmana, su población aparecería en gran parte teniendo que ser sustituida por caballeros de otras latitudes, tal y como lo recogen Mancheño y Olivares, escritor arcense, y Aragón Macías, en sus Misceláneas, depositadas desde 1983, en la Secretaría del Ayuntamiento de Ubrique.


Aparte de estos temas, que afectan directamente a la lingüística y a la sociedad mesteña, tenemos que reseñar otro, no menos importante, que se refiere a las tierras próximas a la villa de Benaocaz, dándose un sinfin de nombres de propiedades rústicas, de las que podríamos hacer un catastro de la época, así como la curiosidad de sus medidas, unas veces, en almudes, otras en celemines, otras en fanegas o anegas… etc.


A los más avariciosos, el Alcalde Mayor de la ciudad de Ronda, que fue quién y dónde se llevaron a cabo los juicios, los condenó con multas que iban desde los 500 a 2.000 maravedíes, destacándose las que por “rebeldía”, se le impusieron a las dos viudas que entraron en el pleito, María Sánchez Crespo e Isabel González, señoras, que no acudieron a la ciudad de Ronda.


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Desde luego nuestros trabajos no quedaban olvidados. Nuestras continuadas visitas y llamadas telefónicas a organismos rectores ganaban la voluntad de ciertas personas a las que podían interesar, en primer lugar, el LIBRO de la Mesta, y en segundo todo lo concerniente al tema mesteño en Andalucía –Así tuvimos la oportunidad de recibir en Ubrique, de paso para Benaocaz al Sr. Rovira Martín, del antiguo cuerpo facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, y a su vez Director del Archivo Histórico Provincial de Cádiz. No hubo inconveniente alguno, en acompañarle a la bella población benaocaceña, para que hiciera un detenido examen de su Archivo Municipal “… de cuyos fondos –nos decía D. Manuel Rovina poco después- destacando en gran manera, se localizó un importantísimo y valioso documento en orden al estudio y conocimiento de la Mesta en Andalucía, por el grupo”.


“Dicho documento –nos ampliaba su escrito- corresponde a un texto inédito, de principios del siglo XVI, no catalogado, del que se destaca, aparte de su importancia para el conocimiento de la Mesta en Andalucía Occidental, hasta ahora poco estudiada, su indudable valor para el conocimiento de todo el encalve de la Serranía Gaditana como fuente documental de primer orden para los eruditos en el tema…”


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Días atrás habíamos puesto un poco de orden, entre aquellos que: “… en contravención de los reales privilegios…”, “… habían Rompido y labrado un pedazo de tierra en el prado y ejido de la dicha villa (Benaocaz)…” “asunto éste –según reza el texto- venía ocurriendo desde hace cincuenta años a más…” (Es decir en los primeros años del siglo XVI, lo que le da mayor calidad e interés).


Como hemos dicho, una puesto en orden, “en la ciudad de Talavera de la Reina se haría sentencia formal, por Pedro de Tudanca”, consiguiendo, pues nuestra villa hermana, que las tierras próximas a ella pudieran adehesarse, todo lo contrario que permitía el privilegio de la Mesta, que era algo así como que el ganado estuviera “encima” de la agricultura…


El libro se encuentra y conserva en relativo buen estado. Completo. Tiene 183 folios manuscritos, por ambas caras, letra procesal, calara y bien definida ¡Cosa curiosa!


La repetición de palabras y de hechos, intencionadamente, nos hace pensar que el pendolista o escribano público, cobrara por “centímetro de escritura”.


La parte de atrás, es decir, las últimas hojas del texto, en su parte superior se encuentran carcomidas, bien por las polillas, bien por los roedores, pero sin daño acusado a su contenido.


Tiene magníficas anotaciones marginales (sentencias, dineros, prados, ejidos…) que sirven de guía o índice para que el lector vaya directamente al tema que más le interese.


Su tamaño, es aproximadamente el de un folio actual, con unos tres centímetros de grueso. Sus tapas de piel de oveja apergaminada, y con cintas en sus extremos para que puedan ser siempre bien cerradas…


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Jean-Paul Le Flem, en carta que recibimos por estas fechas, nos aclaraba lo que tanto ansiábamos: Saber por dónde iba la trashumancia mesteña. Más o menos nos decía así: “… la historigrafía tradicional limitaba la extensión de la trashumancia mesteña a las dos Castillas con excrecencias hacia Aragón y las Sierras de León al Norte, hacia Murcia y el Andévalo al sur, es decir, que Andalucía quedaba totalmente excluida de la historia mesteña. Gracias al preciado texto localizado por la Pandilla, se replantea totalmente el problema de la influencia de la Mesta en tierras andaluzas, y especialmente el papel del alcalde de la Mesta en alguna importante ciudad andaluza, oficios creados por sus propios municipios, y aún, en los tiempo modernos sin estudiar…”


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Una vez más sería la sagacidad y el propio estímulo, lo que valdría para que esta impresionante joya de la bibliografía nacional quedara controlada y sujeta a organismos que la custodien en bien del patrimonio de todos.




Es increíble que, a pesar de toda la correspondencia y el contacto con Ubrique y con Manuel Cabello, el señor Le Flem publicó, años después, el estudio de los Archivos de Benaocaz y del Libro de la Mesta sin hacer mención alguna de su auténtico descubridor. No obstante, Manuel Cabello había conseguido su objetivo: dar a conocer estos valiosos legajos, ponerlos en valor y preservarlos. Actualmente están debidamente conservados y custodiados por el Ayuntamiento de Benaocaz.



Serafín Ruiz Cabello


Manuel Cabello Janeiro: La palmera del Convento de Ubrique.



El artículo que podemos leer a continuación fue escrito por Manuel Cabello Janeiro a principios de los 70 para participar en los juegos florales de la sierra. Fue publicado en el diario ABC el 11 de septiembre de 1974 y por el Diario Sur de Málaga
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 "Del seráfico convento, barco varado en el solitario mar de sus huertas, aún quedan enhiestos dos mástiles de sutiles alturas: la espadaña trinitaria de su campanario y su centenaria palmera. El convento de Capuchinos de Ubrique, sobre una liviana moheda, está vacío muchos años ha. Sólo el santuario lo ocupa la Patrona, Santísima Virgen de los Remedios. La mole conventual, tranquila, reposada y blanca, atesora sobre la piedra su recuerdo y se airea con los acompasados movimientos de una palmera. 
Su figura es como una huella indeleble y fiel de su pasado. Esa única y gigantesca palmera, de tronco recto y alto, con hojas laciniadas formando su penacho, se encuentra en el pequeño camino que conduce a una alameda; en ésta, entre fuentes y manantiales, pilones y albercas, la reminiscencia de un exhuberante pasado. Ella misma se doblega con rítmicos vaivenes tocados por el aire: A la izquierda y a la derecha, a todos lados, en reverenciales movimientos desde su altura hace un esfuerzo por escudriñar lo que por su alrededor pasa. 
Mientras... Soledad y silencio. Al pie de la palmera yo descanso y me quedo profundamente dormido... "¿Qué buscas tú por aquí?" -me pregunta la palmera. Ya ves, yo siempre sola. A veces me distraigo mirando de un lado para otro, así cambio mi monótona postura. Hoy te he encontrado a tí. Nací cuando trajeron a la Virgen de Sevilla ¿Lo sabías? Yo era muy chica, apenas era un palmito en el suelo. Junto a mí, en esa gran piedra junto al instituto, se apareció la Señora a Leonor, la hija del hortelano. ¡Qué susto pasó la pobre! Varios años antes, en 1663, el Duque de Arcos, Don Rodrigo, había pedido construir un convento en Ubrique, porque dos veces los capuchinos le habían salvado la vida, y él sabía que los capuchinos les harían mucho bien al pueblo. Pero no fue la Casa Ducal quien construyó el convento. Lo hizo el pueblo entero, bajo el patronato de aquel genial Alonso Borrego, que en su día quiso ser cartujo, o carmelita, o capuchino, y terminó siendo "cura de misa y olla". 
Con él trabajó incansablemente el síndico capitán Morales. Aún sin terminar vino una pequeña comunidad de capuchinos. Se instalaron en el San Juan. Como superior venía fray Bernardino de Granada. Cuando la Virgen se le apareció a Leonor (tenía la niña ocho años), le entregó un cordón de sayal y una carta. Ya te digo que todo el pueblo trabajó para construir el Convento. Con tanto ahínco y tesón que la monumental obra fue realizada en un tiempo récord de ocho años: entre 1660 y 1668. Y hubo hasta sus anecdóticos accidentes. Recuerdo que un grupo de ubriqueños se adentró en los montes propios de Cortes de la Frontera para cortar la madera necesaria para las obras y fueron hechos presos por la Guardia. Hubo que andar muy prestos para poderlos liberar. Cuando trajeron esa bonita imagen de la Patrona, la que está en el Santuario, desde Sevilla, regalo de la comunidad Trinitaria, Leonor, que estaba muy cerquita de mí, gritaba y gritaba, a sus veintidós años, que era Ella, la mismísima, que de niña se le había aparecido. ¡Si vieras cuántas y cuántas cosas he visto desde mi altura...!  
Recuerdo al hermano Diego de Cabra, que por olvidar una cartera en la fuente perdió la vida. A fray Pedro de Teba, el "eminentísimo ingeniero", creador del suministro de agua del convento y de la población. Y ¿qué decir de los venerables Felix José de Ubrique, predicador en la corte de Carlos II, e Ignacio Calvo, muerto en olor de Santidad? ¿Y de aquella noche tormentosa, en la que el padre Buenaventura subía a los picos de nuestra sierra pidiendo a Dios que calmara la tempestad? Allí dejó clavadas tres cruces, la del Tajo, la de la Viñuela y la del Benalfí; y no contento con esto construyó El Calvario y su Vía Crucis. ¿Y José Caamaño, el beato Diego de Cádiz chiquito? ¿Te cansas de tantos nombres? 
Desde mi altura he visto todos los azotes habidos en Ubrique. El cólera de 1.800; la peste amarilla y los vómitos negros de 1.804; la sequía de 1.817, el cólera morbo de 1.855, centenario ya el voto de los cabildos. He contemplado las numerosas vicisitudes políticas, cómo el 16 de mayo de 1.810 los franceses arrasaron el pueblo; los graves atropellos que sufrió la población entre 1.869 y 1.873, con el asesinato del alcalde Toro; los efectos funestos de la Mano Negra, ahora hace un siglo; los incendios de 1.936... ¿Para qué te voy a hablar más de tanta tragedia?  
Porque pienso que tras todas las tormentas llegó la paz y la calma. Pues ahora, desde mi altura, sólo veo la quietud, la laboriosidad, la entrega total de un pueblo, mil veces renacido de sus propias cenizas, como el Fénix de leyenda. Párate y observa tú mismo esa grandeza. Mira el Calvario, clavel blanco en la solapa de la Sierra, y pensarás en el Beato Diego de Cádiz de niño. Mira sus cruces iluminadas, llamas hacia el cielo, y recordarás al seráfico Buenaventura. Columbra la Cornicabra, y sentirás envidia de su altura, porque allí se está más cerca de Dios. Observa el San Antonio, con los rubores de antaño, y a sus pies intrincadas callejuelas, con sabor morisco, mostrando sus desnudeces con cándida hermosura. 
Sus nombres son nostálgicos recuerdos: Fuentezuela, Ladereta, Libertad, Caracol, Saúco, Guindaleta; o pícaras reminiscencias del pasado: la de los gatos, la del pescado, Culito, Tragamasa... 
 Y todo esto forjando un Ubrique moderno, que nace de sí mismo, haciendo bandera de su nombre. Bandera que portan sus hombres como estandarte en la batalla de la vida. Luchan y vencen, levantando nuevos mundos . El mundo de la industria, del poder y la riqueza. El mundo del prestigio, ganado paso a paso, gota a gota por la habilidad de sus manos artesanas. El mundo del amor, porque amor ponen en las piezas que construyen. El mundo de la fraternidad con los otros pueblos de la Sierra. El mundo, en fin, de su propia grandeza. La tarde comenzaba a declinar. La palmera me dijo un suspirado adiós, nacido del mejor de sus contoneos. Después... Soledad y silencio. 

 Manuel Cabello Janeiro. Ubrique, agosto de 1974. 



 Enamorados de este monumento de Ubrique, Manuel Cabello Janeiro y Esperanza Izquierdo Fernández abogaron siempre por su restauración, y lo propusieron en repetidas ocasiones como sede del futuro Museo de la Piel de Ubrique. Hoy día, tenemos la suerte de contar con la exposición "Manos y magia en la piel", auténtico germen de un verdadero museo. 

 Esperanza Cabello Izquierdo. Ubrique, marzo de 2009.

Misión Rescate en Ubrique: todo un reto para Manuel Cabello

Primer grupo de Misión Rescate. Ubrique 1968.


MEMORIAS QUE PRESENTA EL GRUPO DE MISIÓN RESCATE NÚMERO 208 DEL COLEGIO NACIONAL DE UBRIQUE (CÁDIZ)
V CAMPAÑA, 1971
OBJETIVO: ESTUDIO DE UNA FÁBRICA DE CURTIDOS O TENERÍA ANTIGUA

Hablar de la piel de Ubrique o de los curtidos en Ubrique es como hablar de Ubrique mismo.
Al igual que en los animales hay siempre un riego sanguíneo o linfático, y en los seres vegetales una savia vivificadora, sin cuyos elementos no existiría la vida vegetal o animal, en Ubrique ha existido de siempre, y aún continúa su influencia, un riego vivificador que lo personaliza, le da vida y lo hace diferente a otros pueblos.
Este riego, esta vivencia, llamémoslo así, es la originada por esa tradición ignota de los curtidos.
El grupo 208 se Misión Rescate se honra en presentar "El estudio de una fábrica de curtidos o tenería antigua".
Es una verdadera pena que allá por el año 1810 a un grupo de franceses le diera por quemar nuestro archivo municipal. ¡Cuánto se perdió entonces!
Al iniciar nuestros estudios sobre los curtidos no por menos tuvimos que empezar por rebuscar en el Archivo Municipal datos fehacientes de esta industria. Pero cá, el primer libro que en él se guarda data del año 1814 y siguientes; en ninguno de ellos encontramos datos de esta industria. Muchas horas de consulta, de buscar y rebuscar, y nada.
Pero estábamos dispuestos a trabajar, y fuentes históricas son las leyendas y tradiciones, buscamos a los últimos descendientes de aquellos curtidores e investigamos los últimos momentos de los curtidos en Ubrique.
Un hecho casuístico, en la primavera de 1969, y ante él remontarnos a una época, concretamente romana, hacen que unamos a nuestra fantasía la veracidad, la leyenda y la hipótesis en pro de un trabajo que tiene características propias.
Mayo de 1969: Un grupo de batidores, entre ellos el 460, José Peña; el 466, Juan Zurita y el 468, Diego Chávez (los dos primeros componentes actuales del grupo), nos informaron de que había aparecido, en unos pozos de cimentación, una serie de muros y construcciones que habían llamado su atención.
Tan pronto como pudimos, sin que hubieran transcurrido ni 24 horas, nos presentamos en el lugar.
Próximo al río Ubrique, junto al Colegio Libre Adoptado, en la nueva Avenida Herrera Oria y como a unos cincuenta metros de la actual Glorieta de Misión Rescate, la empresa constructora de una entidad bancaria había perforado el suelo con unos 33 pozos, de un tamaño aproximado de 1,5x1,5 m.