miércoles, 24 de octubre de 2012

Don Diego Clemencín Viñas en Ocurris, 1802





Por Esperanza Cabello
A veces encontramos documentos muy curiosos que nos hacen recordar algunas de las historias que hemos ido aprendiendo todos estos años. Buscando una  información sobre Fernando VII e Isabel II nos hemos encontrado con un ejemplar de la Gaceta de Madrid de julio de 1934.
Tenemos la costumbre, siempre que echamos un vistazo a documentos antiguos, de buscar en ellos el nombre de nuestro pueblo o de personajes conocidos, y precisamente en este número de la Gaceta hemos encontrado una necrológica muy peculiar.

 Don Diego Clemencín Viñas 1765-1834

Se trata de la necrológica de don Diego Clemencín Viñas, un erudito murciano cuya historia estará siempre unida a la de nuestro pueblo. El pobre don Diego, un cervantista extraordinario, había muerto en Madrid a causa de una epidemia de cólera después de haber escrito más de cinco mil notas para una edición de "El Quijote" que nunca llegó a ver publicada.
Muchos años antes don Diego había ingresado en la Real Academia de la Historia (en 1800) y en 1802 había sido enviado a Ubrique para informar de las excavaciones de Vegazo y los hallazgos en el Salto de la Mora.



En su necrológica, además de muchos otros informes y méritos, se trata de "las exquisitas noticias que dió a la academia sobre la antigua población, llamada Ocurris, en las cercanías de Ubrique, reino de Córdoba, y dos copias de inscripciones que presentó".
Clemencín y la historia de nuestro pueblo estarán siempre unidos por estos hallazgos:

 "A cinco leguas de Ronda y otras tantas de Arcos, un cuarto al norte de Ubrique, en la cumbre de una sierra llamada de Benafí o de Benafeliz se ven las ruinas de un pueblo considerable, entre las cuales se han hallado varias antigüedades romanas en estos últimos años. 
Hállanse frecuentemente tanto en la cima como en todos sus alrededores por largo espacio ladrillos, a veces enteros, de un grueso y  tamaño extraordinarios, tejas de rara hechura de tres cuartas de largo y dos de ancho, bordes de tinajas, losas labradas, algunas de dos varas y media de largo y  una de ancho, aljibes o cisternas, escombros y señales de edificios. 
Vénse igualmente los restos al parecer de un acueducto que se dirigen hacia la Villa de Benaocaz durante media legua. Como a 150 pasos de la cumbre, en la falda occidental existe un edificio bastante bien conservado, parte de cantería y parte de hormigón que el vulgo del país cree y llama mezquita, de que acompañan planta y elevación dibujadas geométricamente por D. Miguel de Olivares, arquitecto de Cádiz, individuo de la Real Academia de San Fernando. 
 Planos del Columbario
Al hacerse últimamente un plantío de viñas y frutales, se han hallado más de 400 monedas de las que tengo en mi poder 16, trece imperiales desde Augusto hasta Constantino Magno y tres españolas, de las cuales una es dudosa, otra de Carissa y otra de Carteya,  rarísima según el Padre Florez. 
Ocupa la misma cumbre un espacio como de 15 fanegas de tierra, ceñido de una cerca particular de paredes fuertes. Aquí es donde se hallan las antiguallas más notables, trozos con columnas, fragmentos de piedras con algunas letras, y sobre todo dos pedestales con dos inscripciones bien conservadas que son las siguientes:

I
IMP.CAESARI DI
VI ADRIANI E DIVI TRA
IANI PARE NEPOTI DIVI
NAERVAE PRONEPOTI
PIO HADRIANO ANTONI
NO AUG. PIO PONTIFICI MAX.
RR.POTEST V COS III PP
PUB.OCURITANOR.
CRETO DECURIONUM
D.D.





                                   Fotografías de las lápidas halladas en el Salto de la Mora
                                 Romero de Torres, 1908.  Catálogo Monumental de España


II
IMP. CAESARI
M. AURELIO COM
MODO ANTONINO
AUG.PIO FELGER
SARM. PON. MAX
TRIB.P. IIII IMP.X
COS. V PP. RES P.
OCURITANORUM
DECRETO DECURI
ONUM D.





Junto al pedestal de esta última inscripción se halló una estatua de hombre sin cabeza vestido con una piel de león, circunstancia que arguye ser de Cómodo y hace más que verosímil estuviese colocada sobre el pedestal contiguo. Aparentemente debió haber otra de Antonino sobre el pedestal de su inscripción, cuyo hallazgo no es acaso difícil. 
Otra estatua se ha encontrado de mujer asimismo sin cabeza, el cuerpo y pechos rodeados de serpientes, cuya cabeza como la de Cómodo está tal vez aguardando que una mano diligente las saque del polvo y ruinas.
Omito varias observaciones sobre la lección y ortografía de las inscripciones. Las personas que me han comunicado estas noticias, se inclinan a creer que el edificio de la falda occidental de la sierra fue un baño, que los aljibes con algunas murallas son obra de moros, que el paraje de la cumbre donde se hallaron las inscripciones era un templo; que la estatua de mujer es de Proserpina.
 Pero sobre todos estos puntos no se puede juzgar con acierto a tanta distancia. Lo que resulta con certidumbre es  la existencia de una población considerable llamada Ocurris, que subsistía ya en tiempo de Antonino y duró por lo menos hasta el de Constantino. Su situación fue en el monte Ilipula,  como llamóTolomeo a las sierras de Ronda: y con arreglo a la descripción que hizo Plinio de España, estuvo en la Céltica Bética, y pertenecía al convento jurídico de Sevilla.

Madrid 16 de julio de 1802
Firmado por Diego Clemencín