miércoles, 2 de septiembre de 2009

Manuel Cabello Janeiro: valedor del Patrimonio Histórico de la Sierra de Cádiz

Foto: Manuel Cabello y Francisco Collado
con los primeros "batidores" de Misión rescate
Plaza del Ayuntamiento, 1968


MANUEL CABELLO, VALEDOR DEL PATRIMONIO HISTÓRICO DE LA SIERRA DE CÁDIZ, POR NATALIA CABELLO IZQUIERDO, LICENCIADA EN HISTORIA

Estudio publicado en la Revista de la Asociación Papeles de historia número cinco, en 2006


Hace 35 años se llevaba a cabo en Ubrique la primera intervención arqueológica, concretamente en el yacimiento de Ocurri, o Salto de la Mora, como gusta decir a los ubriqueños. Era enero de 1971, y aquella primera actuación (limpieza y restauración del columbario) iba a constituir todo un hito en lo referente a la valoración del patrimonio arqueológico en el conjunto de la Sierra de Cádiz.

Con la perspectiva histórica suficiente, hoy resulta fácil concluir que aquella primera intervención arqueológica fue realmente el comienzo de la puesta en valor de nuestro patrimonio histórico, y, detrás de la misma, se encontraba la figura del historiador local y maestro Manuel Cabello Janeiro, que en aquella época supo apreciar la importancia histórica de un yacimiento poco conocido por entonces.

Esto hay que entenderlo dentro del contexto de una sociedad, la de la época, imbuida en pleno proceso de desarrollismo y en consecuencia, con unos valores casi diametralmente opuestos a la conservación de nuestra historia y de no pocos elementos culturales.

Hace 35 años que Ubrique comenzaba a prosperar económicamente y a experimentar un crecimiento de su población en un momento en que tantos pueblos estaban sufriendo un progresivo éxodo rural. No obstante, culturalmente y sobre todo en lo que a valoración de patrimonio histórico se refiere, el panorama local era casi un desierto. Y digo casi porque es en este contexto en el que Manuel Cabello comienza sus trabajos de puesta en valor del patrimonio histórico y etnográfico no sólo de Ubrique, sino también de los pueblos de alrededor.

Destacan en Manuel Cabello sus facetas de autodidacta y polifacético, en un mundo en el que sus actividades culturales no fueron siempre comprendidas debido particularmente a las circunstancias históricas que le tocó vivir. A comienzos del siglo XXI parece normal gestionar la conservación del patrimonio y podemos entenderlo como algo que pertenece al conjunto de la sociedad. Hace 35 años, sin embargo, no existía un marco de actuación política integral ni un desarrollo legal completo sobre el tema, pero sobre todo no existía una concienciación sobre la pertenencia a la sociedad de los propios elementeos culturales y patrimoniales (algo que, por otra parte, es consustancial a la democracia).

Por todo ello, el trabajo que Manuel Cabello llevó a cabo y que detallaremos en este artículo es del todo novedoso.

Pero sin duda su faceta más reseñable es de la pioneroy precursor de la puesta en valor, conservación y divulgación del patrimonio histórico (arqueológico, archivístico, monumental y etnográfico) de Ubrique y de otros pueblos de la Sierra de Cádiz. En este sentido dejó una ingente labor.

Siempre intentó llamar la atención de los poderes públicos y apelar a la conciencia ciudadana de que el patrimonio histórico era algo perteneciente a todos, no sólo para respetarlo, sino para sentirlo como propio (1). En este sentido, se adelantó bastantes años.

Además del patrimonio arqueológico, mostró gran interés y dedicación sobre el patrimonio archivístico y etnográfico. Llamó la atención de los miembros de la Corporación Municipal de Benaocaz sobre el extraordinario valor del Archivo Histórico que, en los años setenta del siglo XX, se encontraba en mal estado de conservación (amontonados, desclasificados, con grave riesgo de deterioro sus legajos) pues en esas fechas aún no se había tomado del todo conciencia de su valor.

También llevaría a cabo a principios de los 80 un estudio de campo de las actividades artesanales tradicionales (almazaras, lagares, batanes...) en la ribera del río Gaidóvar (Grazalema). Llegó a ordenar y redactar la abundante documentación recogida, pero, desafortunadamente, nunca tuvo ocasión de publicarla.

Realizó numerosos estudios históricos sobre el patrimonio inmueble (Convento de Capuchinos, San Juan de Letrán, San Pedro, Antigua Plaza de Toros, etc.) y muebles (tallas en madera de imágenes religiosas). Incluso buscó sus propias raíces familiares remontándose hasta 1972; trabajo que le ocupó siete años. Para ello indagó hasta en trece archivos, la mayoría de ellos parroquiales, de diversos puntos de España (2).

No obstante, el asunto que más le motivó y al que dedicó la mayor parte de su vida fue la investigación histórica del mundo de la piel, tan importante para la población ubriqueña. Puso gran empeño a lo largo de muchos años para que en Ubrique se ubicara un Museo Municipald de la Piel. Sin embargo, pese a los esfuerzos invertidos, y debido principalmente al escaso interés demostrado por los poderes públicos, el Museo nunca se materializó.


Primeros pasos

La intervención arqueológica de Ocurri que comentábamos al principio había estado precedida por tres años de intensa gestión por parte de Manuel Cabello. Durante esos tres años (1968-1970) intentó llamar la atención de una comunidad de arqueólogos tal vez más preocupada por los grandes hallazgos y los grandes yacimientos que seguramente no esperarían encontrar en la Sierra de Cádiz.

No obstante, la insistencia de Manuel Cabello sobre la importancia de Ocurris y su preocupación sobre el estado de abandono en que se encontraba, (su construcción más emblemática, el Columbario, se usaba como pocilga) consiguió atraer la atención de directores de museos como el de Artes y Costumbres Populares de Sevilla (como Salvador de Sancha, que fue finalmente el director de los trabajos arqueológicos) de Málaga, de Huelva..., incluso del profesor Martín Almagro, por entonces director general de Bellas Artes, que valoró positivamente la importancia del yacimiento. Todo ello ayudó, de alguna manera, a la puesta en valor y a la divulgación de Ocurris (3). Este singular yacimiento sería objeto de la primera excavación sistemática algunos años después (1977), aunque, desgraciadamente, sus memorias nunca fueron publicadas (4).

El “redescubrimiento” de Ocurris por parte de Manuel Cabello ha puesto en manos de las presentes generaciones la posibilidad (por estudios posteriores que se han realizado) de obtener un conocimineto más riguroso del mismo y disfrutar de un elemento patrimonial valorado socialmente. Todo ello a pesar del “oportunismo”, todo hay que decirlo, del que se han valido algunos organismos públicos en los últimos años para proyectar el yacimiento hacia una, hasta el presente, costosa y poco existosa orientación turística que, además, está poniendo en peligro la propia conservación de los restos constructivos del yacimiento.

La dedicación a Ocurris fue sin duda uno de sus trabajos sobre el patrimonio arqueológico más importantes, aunque no fu e el único.

Manuel Cabello llegó a catalogar más de cien yacimientos arqueológicos en la Sierra de Cádiz durante las décadas de los 70 y 80 del siglo XX después de una intensa labor de trabajo de campo. Aunque algunos pueden estar considerados en entredicho (por su dudosa ubicación o por su verdadera adscripción temporal y cultural) otros realmente sí que existen y corren hoy día el peligro de desaparecer. Entre ellos destacamos la localización de villas romanas como La Bovedilla de Pepe Pérez (que fue objeto de excavación arqueológica de urgencia en 1992 a raíz de las obras del nuevo trazado de la carretera proyectada entre Ubrique y El Bosque). La bovedilla de Luque, la villa de Los Bujeos (que conserva un enterramiento monumental único), la localización del poblado medieval de Archite...

Aunque recientemente una parte del núcleo urbano de Ubrique ha sido declarado Bien de Interás Cultural por la Junta de Andalucía, tradicionalmete y hasta la fecha no se ha tenido en cuenta la documentación y recuperación de sus restos arqueológicos. Cualquier obra nueva en el casco antiguo que haya requerido el rebaje del solar, nunca ha estado precedida de medidas cautelares para comprobar los niveles arqueológicos y nunca se ha tomado la iniciativa, por parte de la administración competente, de realizar una simple excavación de urgencia. En los años 70, Manuel Cabello pudo ser testigo de restos aparecidos en diferentes solares ubriqueños (Barriada El Rincón, Avenida de Carlos Cano...) y, en la medida en que sus posibilidades se lo permitieron, tomó la iniciativa de documentarlos. Merece destacarse, entre otras, la prospección que realizó en las obras de edificación de la guardería La Esperanza. De esta manera, quedaba documentada para la posteridad la ubicación de un asentamiento romano en el solar de la actual guardería, parcialmente destruido por las zapatas de cimentación del edificio (algunos de los restos rescatados se encuentran ubicados y custodiados en el colegio “Reina Sofía”) (5).

Manuel Cabello publicó sus trabajos arqueológicos en “Ubrique: encrucijada histórica” (1987) (6), dedicado a la juventud ubriqueña, llevando de esta manera a cabo una importante labor divulgadora del patrimonio arqueológico de la zona.

Estudios sobre la industria de la piel

Consciente plenamente de la importancia de nuestra propia historia y llevado por un gran interés, desde muy pronto Manuel Cabello se dedicó a la investigación sobre los orígenes de la industria de la piel y su desarrollo a lo largo de la historia. Para su suerte fue también testigo de una época histórica en ña que pudo recoger de forma directa todo tipo de información respecto al mundo de la piel: orígenes y evolución de cómo se había ido desarrolando la industria en Ubrique, su estructura empresarial, los diferentes procesos y técnicas de fabricación, etc. Todo ello desde finales del siglo XIX y todo el siglo XX.

En varios capítulos de su obra “Ubrique, Piel al Descubierto” (donde Manuel Cabello narra un recorrido turístico y cultural por el propio pueblo) no olvida recoger retazos de esta extraordinaria historia (anécdotas, fabricantes (7), origen de las petaquerías, descripción de las mismas). Sin embargo, el grueso de su investigación no tuvo ocasión de publicarlo aunque fuese su intención (8).

Se conservan muchos de los documentos recogidos en el proceso de investigación, otros, sin embargo, rescatados por él msmo de la memoria histórica de los propios protagonistas, se han perdido quizás para siempre.

Paralelamente a esta investigación, Manuel Cabello fue muy pronto consciente de que estaba viviendo un momento en el que lo que quedaba de las antiguas fábricas de curtidos de pieles (tenerías) estaba a punto de desaparecer para siempre. Por ello puso todo su empeño en la conservación de ese patrimonio singular y único y en reivindicar un Museo que recogiera nuestra propia historia. En sus obras deja muchas veces clara esta intención.

Todo comenzó en los años 70, cuando Manuel Cabello puso su atención en el denominado Rodezno, un lugar que actualmente se encuentra ruinoso y casi olvidado pero con una potencialidad como recurso cultural y museístico incuestionable. Fue centro de la vida ciudadana ubriqueña, sobre todo en el siglo XIX, terminando por caer en el desuso y abandono en la primera mitad del siglo XX. Según el propio Manuel Cabello, existían en el Rodezno dos o tres molinos (usándose uno de ellos como primera Fábrica Municipal de Luz a partir de 1893), una panadería y cinco tenerías (9). De éstas sólo quedaba una, propiedad de Manuel Rojas. Éste ofreció algunos de los instrumentos y herramientas usados en el curtidode las pieles (10) y que actualmente se encuentran custodiados en el colegio “Reina Sofía”, esperando su hipotética ubicación en un posible Museo de la Piel (11).


De otra tenería, no lejos del Rodezno, propiedad entonces de Miguel Romero, Manuel Cabello tuvo la ocasión de conseguir utillaje y otros elementos para exponerlos en una sala del Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla, en la que permanecen actualmente (sala IV, en el sótano del mismo).

Por otro lado, Manuel Cabello fue haciéndose con numerosas piezas de artículos de piel elaborados en Ubrique hasta constituir una variada tipología de gran valor histórico. También llegó a redactar un proyecto de Museo y buscó los apoyos necesarios durantes dos décadas para su ejecución. Incluso a nivel político llegaron abarajarse varios nombres para su posible ubicación: el propio Rodezno, el Convento de Capuchinos una vez que estuviesen completadas las obras de restauración del mismo que comenzaron a finales de los 80. Nada de eso se llevó a efecto.

Y ese fue su último deseo, nunca cumplido: que Ubrique poseyera un espacio expositivo donde los ubriqueños pudiésemos conocer una parte sustancial e ineludible de nuestra propia historia y mostrársela a todos aquellos que supiesen valorar la importancia de conservar el patrimonio.

Porque la cuestión ahora es qué acervo cultural dejaremos a las generaciones presentes y venideras, ya que corremos el riesgo de olvidar para siempre esa parte de nuestra memoria; qué va a ocurrir con el patrimonio rescatado y la historia recuperada por Manuel Cabello. Quizás la perdamos para siempre... si no hacemos algo a tiempo.


Natalia Julia Cabello Izquierdo, Ubrique 2004






Notas

  1. ”Pero a pesar de este aparente triunfalismohablo también de denuncia. Denuncia porque casi todo está en el mismo abandono en el que lo encontramos. Los años y la desidia no han pasado en balde. Nuestro “Columbario” (...) fenece. Manos desaprensivas lo degradan (...) La etnología, curtidos y piel brilla por su ausencia, en un pueblo como Ubrique que se precia de ser “Cuna del artículo de piel”. CABELLO JANEIRO, Manuel: Ubrique, encrucijada histórica. Sevilla, 1987, pág. 10.

  2. CABELLO JANEIRO, Manuel: Del sombrero de tres picos a la montera (Breve historia de unos “Janeiros” en Andalucía 1992.

  1. CABELLO JANEIRO, Manuel: Ubrique, encrucijada histórica. Sevilla, 1987, pág. 9.

  2. Idem, capítulo IX

  3. Idem, pág. 76.

  4. Manuel Cabello dejó algunas publicaciones entre las que destacamos las ya citadas “Ubrique, encrucijada histórica” y “Ubrique, piel al descubierto” y además dos biografías de dos personajes ubriqueños: Diego José de Cádiz (Beato Fray Diego) y Francisco Panal Pérez (Obispo Panal). La biografía de éste constituiría su última obra escrita y para la elaboración de la misma, Manuel Cabello, ya con 65 años y siempre junto a su esposa, Esperanza Izquierdo, llegó a realizar dos viajes en 1997 a la localidad de Concepción de la Vega, en la República Dominicana, en la que el Obispo Panal había desarrollado su trabajo.

  5. CABELLO JANEIRO, Manuel: “Ubrique, piel al descubierto”. Sevilla, 1992, pág 170: “Conocemos facturas de artículos de piel vendidos a Cuba, en los años 1910 y siguientes, del marroquinero Antonio Domínguez García (n. 1875) que alcanzó el premio internacional a la calidad de sus productos en la Exposición Internacional de Filadelfia de 1926”.

  6. Idem: “(...) en un futuro, cuando nos comprometamos a hacer un título más serio y amplio del proceso evolutivo de la piel de Ubrique


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