Por Manuel Cabello Janeiro
NAVIDAD 1.970
En
Ubrique, como en toda España, aquel diciembre del 70, respiraba a Navidad.
Calles exornadas, comercios luciendo sus mejores atavíos, vías engalanadas con
mil y una bombillas, clásicos abetos, espigados y orgullosos, se contoneaban en
las plazas y en los cruces de las calles; algunas calles y avenidas, más bien
parecían recintos feriales.
Todo,
todo, precedía a la Navidad.
La
escuela, amén de los trabajos cotidianos, tenía, de vez en cuando, algunos
trabajos manuales: la estrella, el cielo, los magos…, los niños locamente se
afanaban en hacerlo mejor. En sus ratos libres se iba montando “el belén”. Cada
cual aportaba lo que podía. Uno un burrito de cartón, los más audaces iban a
las próximas rocas de la montaña y traían musgo, fresco y verde, aquellos
otros, traían retamas de lentiscos y madroños, aquel, la clásica “casita” prefabricada
en su casa, con la ayuda de su papá. Y así fueron llegando, la ovejita, el
toro, y todo cuanto era necesario para un bonito “portal”.
Profesores y alumnos de la Escuela de Artes y Oficios de excursión
Aprovechan para recoger la pana del portal
Pero
un día llegó un niño. Entonces era niño, tenía 11 años. Se llamaba Juan Díaz y
era batidor del Grupo. Con ilusión traía una “cabecita de toro” en metal. Era
para “el belén”. Pero el pobre venía cariacontecido, porque sus compañeros le
habían dicho, que por no tener cuerpo, no serviría para el “portal”.
Tímidamente,
y en fila ya los niños para entrar en la escuela, Juan se acercó a don Manuel,
Maestro-jefe del Grupo, y le dijo:
-
Don Manuel, aquí traigo un torito que le falta el
cuerpo. ¿Puede servir esto para el “belén”?
¡Y claro que sirvió! Tuvo un
lugar destacado en el “nacimiento”, y aquello fue motivo, para que don Manuel
nos informara que se trataba de una pieza de indudable interés arqueológico.
Por
aquellos entonces, Ubrique sonaba ya con repiques de triunfos en Misión
Rescate, por lo del Columbario. El Grupo, bien por una cosa, o bien por otra,
no paraba. La arqueología española se interesaba de lleno, por todo lo que
concernía (arqueológicamente hablando) a Ubrique y su comarca. Era por tanto,
muy necesario encontrar la fuente del hallazgo “Cabeza de Toro”. Lo primero era
saber, de donde lo había sacado Juanito. Él decía que de su casa. Primera
visita a sus padres. Después se sucedieron algunas más. A través de ella
pudimos deducir lo siguiente: esta familia, con numerosa prole, vino a Ubrique,
buscando el calor de su industria, del campo, donde el padre era un modesto
peón, Aunque hacía años, (calculábamos unos diez), recordaba que en la cepa de
una encina, al ir a poner un botijo de agua, vio la pieza, junto a una de las
monedas que forman en la actualidad la Colección Rescate
ubriqueña.
Que
como vio que no era oro, la guardó en casa sin darle la menor importancia. Y
que allí estaba cuando el hijo la llevó a la escuela.
Todo
esto era cuanto podíamos deducir sobre su procedencia.
Pero
su valor no se nos ocultaba ya que corrían paralelos los estudios en el Salto
de la Mora,
sobre su yacimiento y Columbario, con la preocupación que teníamos con la
“Cabeza de Toro”.
"Cabeza de toro o cabeza de dragón"
Entregada al Museo Provincial de Cádiz
El
Ubrique arqueológico alcanza su cénit. La reconstrucción del Columbario, (ya
casi, casi Monumento Nacional), las distintas campañas de excavaciones, la
declaración de la parte alta del pueblo como “Conjunto de interés histórico,
artístico y pintoresco” (esta inquietud llevada a cabo por el Grupo) y cuanto
relacionado con la historia ubriqueña, nos lleva a trabajar intensamente en
busca de datos que favorecen las memorias que en su día edite la Comisaría General
de Excavaciones, y para ello, todo el material encontrado sobre superficie por
el Grupo 208 pasará a fundamentar las publicaciones científicas que se hagan
por los técnicos.
Por
indicación del arqueólogo de Sevilla, escribimos a Madrid, y enviamos fotos de
la “Cabeza de Toro”. De allí, sabiamente nos contestan diciéndonos lo que
debemos hacer. Para ello haremos un estudio, consultando todos nuestros
archivos, y esbozar así unas “Memorias”, que por lo largas que han sido,
tendrán facetas de todos los colores.
Una
carta, fechada el 4/8/1.970, personal de don Martín Almagro, a nuestro
Maestro-jefe, felicitándolo por “su buena actuación en Misión Rescate y espero
siga Vd. ampliando nuevos conocimientos arqueológicos”. Fue lo que nos dio
ánimo para llevar a Madrid el conocimiento de la “Cabeza de Toro”.
Y
con este motivo, con fecha 28 de abril de 1.972, escribimos a don Martín
Almagro explicándole todo cuanto había acontecido en aquellas navidades del 70.
Entresacamos de aquella carta algunos párrafos que creemos son de interés.
“…
en las pasadas navidades, con motivo de montar un Belén en nuestra escuela,
pedía a los chicos que colaboraran con figuritas de sus propias casas. Cual no
sería mi sorpresa, cuando un niño de nuestro Grupo (de ese Grupo que compone mi
equipo de Misión Rescate, localizó en mano de otro niño, un “bronce” y que
“rescató” entregándoselo a su Maestro…”
Y
en otro apartado de la misma carta, después de ofrecerlo a la arqueología
nacional, le continuamos diciendo: “… Como anticipo del mismo le enviamos dos
fotos casi tamaño natural, de lo que parece ser un bronce con historia. Su
información nos serviría, como continuidad en nuestros trabajos, en esa grata
misión de Misión Rescate.
Poco
después, el día 12 de mayo de 1.972, se nos contestaba agradeciéndonos (con
palabras textuales) “el habernos mandado las fotografías del interesante bronce
que su Grupo ha descubierto”. Recomendándonos que dicha pieza ha de ser
entregada en el Museo Arqueológico de Cádiz.
A
raíz de aquella misiva madrileña, escribimos al que era Delegado Provincial de
Educación y Ciencias, don Pedro Valdecantos Garcías, de cuya carta entresacamos
el siguiente párrafo: “… lo que si quiero decirle es que en breves días
entregaré al Museo, una pieza, rescatada por los chicos, muy bonita. Una cabeza
de toro en bronce. Para su entrega, quiero hacerlo por su mediación, ahí en
Cádiz, como es natural…”
Queremos
aclarar que el señor Delegado del Ministerio de E. y C. en Cádiz, era, y es, a
su vez, Director del Museo Arqueológico.
Como
en esas fechas, mayo, estaba próximo a finalizar el curso, y pensábamos en todo
el Grupo, lo aplazamos para final de curso, y como se dijo en nuestro “Informe”
al Programa, de mayo del 72, ocurrió un pequeño contratiempo. Transcribimos lo
que entonces decíamos: “… Nuestro objetivo “Cabeza de Toro” está listo para
sentencia. Como ustedes saben después de haber luchado largo tiempo por
conseguir unas buenas fotos, pudimos obtenerlas, y enviarlas al profesor
Almagro, en el Museo Arqueológico Nacional, con carta de la que en anterior
comunicado, enviamos copia. Se nos contestó que dado el interés de la pieza
debíamos entregarla al Museo de Cádiz. Hasta ahora, todo bien. Pero resulta que
el Director del Museo, don Pedro Valdecantos, era a su vez Delegado de
Educación y Ciencia, y le teníamos escrita carta en el sentido de que nos
íbamos a desplazar a Cádiz, todo el Grupo, para hacerle entrega de la pieza,
habiendo pensado la de finales de curso, para que hubiera un pequeño acto, incluso
con información periodística. Y… de la noche a la mañana, nuestro querido don
Pedro, dimite como Delegado, y aquí nos tienen ustedes en espera de saber quien
será el próximo Delegado, y a su vez Director del Museo. Compás de espera en
nuestro objetivo…”
Celebrando el Trofeo de Oro de Misión Rescate
En
junio de 1.972, volvíamos a insistir sobre la entrega de la pieza. Veamos lo
que en aquellos entonces decíamos:
“…
OBJETIVO “CABEZA DE TORO”. En anterior comunicado (mayo 72), decíamos que por
indicación del Museo Arqueológico Nacional, esta “cabeza de toro”, debía de ser
entregada en el Museo Arqueológico Provincial de Cádiz. Y que siguiendo dichas
instrucciones iríamos todo el Grupo a Cádiz, para hacerle entrega a nuestro
Delegado Provincial de E. y C. y que a su vez es Director del Museo, la pieza
en cuestión.
También
informábamos de su dimisión, que aunque efectiva, aún está en su puesto de
trabajo. Y por no demorar más las cosas, hace quince días, tres de los
componentes del Grupo, y nuestro Maestro-jefe, fuimos a Cádiz, para hacer
entrega de la pieza, como así lo hicimos, pero con la contrariedad de que
nuestro Delegado estaba en los Cursos de Verano para Extranjeros en Cádiz, y no
nos pudo recibir él personalmente, haciéndolo su secretario, don José Sanz
Cabañas, con él compartimos unos momentos, muy agradables y quedó en enviarnos
el oportuno recibí de entrega y certificación de la misma.
En
este compás de espera estamos, y tan pronto esté en nuestro poder, procederemos
a enviar las MEMORIAS definitivas de este objetivo…”
Después
vendría un largo paréntesis. Al Grupo 208, las cosas le van bastante bien con
otro objetivo. Durante el verano 72, se trabaja por presentar unas Memorias,
que más tarde le darán un soberano triunfo: El trofeo de oro de la campaña. Ni que decir tiene que el Grupo
haya olvidado “La Cabeza
de Toro”. Se trabaja insistentemente en el Salto de la Mora. Paseos y más paseos,
para conseguir datos, medidas, informaciones y claro está, dejamos para mejor
ocasión, ya que el tiempo apremia, y se tenía que enviar al Programa cuanta
información fuera favorable para el que había de ser Trofeo de Oro.
Efectivamente.
En octubre un telegrama nos anuncia la concesión del Trofeo de Oro. Campanas al
vuelo. Felicitaciones. Parabienes. Ubrique respira alborozo.
No
hay que dejar atrás que durante los meses de julio y agosto del mismo año, del
orden de los cuatrocientos vecinos colaboran en la construcción de la Glorieta Misión Rescate. Hay
una relación íntima entre el Grupo y el vecindario. Todos colaboran al unísono.
Hay una suscripción popular de 20.000 ladrillos. Hasta tal punto llegan a
participar en las obras, que es precisamente los domingos, cuando el personal
está en descanso de sus habituales tareas, cuando más se trabaja en la Glorieta. La gente está
entusiasmada con Misión Rescate. Y luego viene el campanazo del triunfo. ¡Para
qué más!
Después del
viaje por el Levante español, los componentes del Grupo son recibidos por las
primeras autoridades en la Plaza
del Ayuntamiento. Miles de criaturas se apiñan para recibir a los ganadores.
Vítores, aplausos… ¡y cuántas y cuántas cosas se nos vienen a la imaginación!
El trofeo queda en una vitrina en la
Sala del Ilmo. Ayuntamiento. Allí está en un sitio de honor.
Después... vuelta a la normalidad.
Pero en nuestras mentes quedaba por no
terminado el objetivo “Cabeza de Toro”. Aún, después de casi tres años, no
teníamos información necesaria del mismo, y lo que nos preocupaba más, era el
camino que había seguido la pieza con los cambios de cargos en la Delegación del
Ministerio. Efectivamente había sido nombrado uno nuevo, don Pedro Caselles
Beltrán (del cual tenemos una afectuosa felicitación por el Trofeo de Oro) y no
sabíamos a ciencia cierta donde estaba la pieza. Un buen día, y a finales de
noviembre de 1.972, don Manuel, marchó a Cádiz para ver que era de ella. La
contestación la tuvimos, cuando desde Cádiz pocos días después escribía el
propio don Pedro Valdecantos, “… La cabeza de dragón (aquí se utilizaba ya por
primera vez la palabra “dragón” y no toro) la entregué a doña Concha. Conviene
que hables con ella…”
Dos
nuevos viajes se sucedieron a Cádiz en busca de la debida información, con
resultados infructuosos, hasta que por fin nos decidimos a escribir a la Directora-Conservadora,
doña Concepción Blanco Mingues, con fecha 10/3/73, en la que entre otras cosas
le decíamos: “… van pasando los días, meses, y no consigo ponerme en contacto
con usted, no ha sido por desidia, ni mala voluntad por mi parte. Cuantas veces
he ido a Cádiz, he intentado saludarla en sus oficinas, pero siempre la no
coincidencia con su horario me lo ha impedido…” Y más adelante continuamos: “…
En reciente correspondencia con D. Pedro Valdecantos, me dijo que hablara con
usted sobre una pieza entregada a ese Museo por el Grupo de Rescate que
represento. Se trata de una cabeza de “dragón”, en bronce, que el mismo don Pedro
le hizo entrega. Pues bien, nosotros, para nuestros trabajos, necesitamos una
certificación del Museo en la que se acredite que dicha pieza ha sido
entregada, su catalogación de inédita, y su posible valor arqueológico, bien
por su estado de conservación, valoración y estudio, o por cualquier otra que
así lo aconsejara…”
Poco
después teníamos contestación. Feliz contestación, sellada y firmada. Habían
transcurrido desde su hallazgo 2 años y
4 meses. Bien podíamos darnos por satisfechos. La certificación es bastante
elocuente. Aunque en el reportaje que adjunto enviamos, enviamos fotocopia,
aquí señalaremos los puntos más importantes para dejar constancia en nuestras memorias:
Se
nos certifica que: “… con fecha 15 de noviembre del pasado año, don Manuel
Cabello Janeiro, Maestro Nacional y Jefe del Grupo de Rescate 208 del Colegio
Nacional de Ubrique hizo entrega en este centro de una pieza de bronce que aún
no ha sido publicada (aquí su carácter inédito).
Se
trata (continua) de un bronce pleno con patina verde oliva, pieza de
aplicación, en magnífico estado de conservación, que por su forma muy bien pudo
servir de asidero para un enganche o bien para cualquier otro recipiente.
Es
pieza muy interesante, tanto por su antigüedad y calidad, como por su
procedencia de la comarca de Ubrique que en la actualidad está sometida,
gracias al inteligente entusiasmo de sus promotores, a un proceso de intensa
excavación y estudio…”
Para
que vamos a hablar más. Ya podemos sentirnos satisfechos y orgullosos, de que
la pieza tenga un indudable valor arqueológico, amén de que sirva, según se
desprende de la Certificación del Museo, para un mejor conocimiento de la
comarca ubriqueña.
Y
así tenemos, que partiendo de una cosa tan infantil, como el montar un “belén”
en la escuela, en donde un chico aporta lo que él creía una figura más, y por
cierto con cierto recelo ya que le “faltaba el cuerpo”, de una cosa tan
sencilla, gracias a nuestra humilde labor, hayamos conseguido, el interés de la
Arqueología por ella, y en breve, después de aumentar la riqueza histórica de
la zona, sea expuesta para satisfacción de todos en las vitrinas de nuestro
Museo Arqueológico Provincial.
Contentos
de nuestro trabajo, damos por terminado este capítulo en
Ubrique, verano de
1.973.
Manuel Cabello Janeiro
Queremos agradecer a nuestro amigo Manuel
Jesús Venegas el gran trabajo que ha realizado con la transcripción de
los textos de esta Memoria.
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