Por Esperanza Cabello
A veces encontramos documentos muy curiosos que nos hacen recordar
algunas de las historias que hemos ido aprendiendo todos estos años.
Buscando una información sobre Fernando VII e Isabel II nos hemos
encontrado con un ejemplar de la Gaceta de Madrid de julio de 1934.
Tenemos la costumbre, siempre que echamos un vistazo a documentos
antiguos, de buscar en ellos el nombre de nuestro pueblo o de personajes
conocidos, y precisamente en este número de la Gaceta hemos encontrado
una necrológica muy peculiar.
Don Diego Clemencín Viñas 1765-1834
Se trata de la necrológica de don Diego Clemencín Viñas, un erudito
murciano cuya historia estará siempre unida a la de nuestro pueblo. El
pobre don Diego, un cervantista extraordinario, había muerto en Madrid a
causa de una epidemia de cólera después de haber escrito más de cinco
mil notas para una edición de "El Quijote" que nunca llegó a ver
publicada.
Muchos años antes don Diego había ingresado
en la Real Academia de la Historia (en 1800) y en 1802 había sido
enviado a Ubrique para informar de las excavaciones de Vegazo y los
hallazgos en el Salto de la Mora.
En su necrológica, además de muchos otros
informes y méritos, se trata de "las exquisitas noticias que dió a la
academia sobre la antigua población, llamada Ocurris, en las cercanías
de Ubrique, reino de Córdoba, y dos copias de inscripciones que
presentó".
Clemencín y la historia de nuestro pueblo estarán siempre unidos por estos hallazgos:
"A cinco leguas de Ronda y otras tantas de Arcos, un cuarto al norte
de Ubrique, en la cumbre de una sierra llamada de Benafí o de Benafeliz
se ven las ruinas de un pueblo considerable, entre las cuales se han
hallado varias antigüedades romanas en estos últimos años.
Hállanse frecuentemente tanto en la cima como en todos sus
alrededores por largo espacio ladrillos, a veces enteros, de un grueso
y tamaño extraordinarios, tejas de rara hechura de tres cuartas de
largo y dos de ancho, bordes de tinajas, losas labradas, algunas de dos
varas y media de largo y una de ancho, aljibes o cisternas, escombros y
señales de edificios.
Vénse igualmente los restos al parecer de un acueducto que se dirigen
hacia la Villa de Benaocaz durante media legua. Como a 150 pasos de la
cumbre, en la falda occidental existe un edificio bastante bien
conservado, parte de cantería y parte de hormigón que el vulgo del país
cree y llama mezquita, de que acompañan planta y elevación dibujadas
geométricamente por D. Miguel de Olivares, arquitecto de Cádiz,
individuo de la Real Academia de San Fernando.
Planos del Columbario
Al hacerse últimamente un plantío de viñas y frutales, se han hallado
más de 400 monedas de las que tengo en mi poder 16, trece imperiales
desde Augusto hasta Constantino Magno y tres españolas, de las cuales
una es dudosa, otra de Carissa y otra de Carteya, rarísima según el
Padre Florez.
Ocupa la misma cumbre un espacio como de 15
fanegas de tierra, ceñido de una cerca particular de paredes fuertes.
Aquí es donde se hallan las antiguallas más notables, trozos con
columnas, fragmentos de piedras con algunas letras, y sobre todo dos
pedestales con dos inscripciones bien conservadas que son las
siguientes:I
IMP.CAESARI DI
VI ADRIANI E DIVI TRA
IANI PARE NEPOTI DIVI
NAERVAE PRONEPOTI
PIO HADRIANO ANTONI
NO AUG. PIO PONTIFICI MAX.
RR.POTEST V COS III PP
PUB.OCURITANOR.
CRETO DECURIONUM
D.D.
Fotografías de las lápidas halladas en el Salto de la Mora
Romero de Torres, 1908. Catálogo Monumental de España
II
IMP. CAESARI
M. AURELIO COM
MODO ANTONINO
AUG.PIO FELGER
SARM. PON. MAX
TRIB.P. IIII IMP.X
COS. V PP. RES P.
OCURITANORUM
DECRETO DECURI
ONUM D.
Junto al pedestal de esta última inscripción se halló una estatua de
hombre sin cabeza vestido con una piel de león, circunstancia que arguye
ser de Cómodo y hace más que verosímil estuviese colocada sobre el
pedestal contiguo. Aparentemente debió haber otra de Antonino sobre el
pedestal de su inscripción, cuyo hallazgo no es acaso difícil.
Otra estatua se ha encontrado de mujer asimismo sin cabeza, el cuerpo
y pechos rodeados de serpientes, cuya cabeza como la de Cómodo está tal
vez aguardando que una mano diligente las saque del polvo y ruinas.
Omito varias observaciones sobre la lección y ortografía de las inscripciones. Las personas que me han comunicado estas noticias, se inclinan a creer que el edificio de la falda occidental de la sierra fue un baño, que los aljibes con algunas murallas son obra de moros, que el paraje de la cumbre donde se hallaron las inscripciones era un templo; que la estatua de mujer es de Proserpina.
Omito varias observaciones sobre la lección y ortografía de las inscripciones. Las personas que me han comunicado estas noticias, se inclinan a creer que el edificio de la falda occidental de la sierra fue un baño, que los aljibes con algunas murallas son obra de moros, que el paraje de la cumbre donde se hallaron las inscripciones era un templo; que la estatua de mujer es de Proserpina.
Pero sobre todos estos puntos no se puede juzgar con acierto a tanta
distancia. Lo que resulta con certidumbre es la existencia de una
población considerable llamada Ocurris, que subsistía ya en tiempo de
Antonino y duró por lo menos hasta el de Constantino. Su situación fue
en el monte Ilipula, como llamóTolomeo a las sierras de Ronda: y con
arreglo a la descripción que hizo Plinio de España, estuvo en la Céltica
Bética, y pertenecía al convento jurídico de Sevilla.
Madrid 16 de julio de 1802
Firmado por Diego Clemencín