Casilla de peones camineros a la salida de Ubrique
Años 20
Años 20
En los últimos años se han demolido dos edificios cuya pérdida hemos lamentado profundamente; primero demolieron, aprovechando las circunstancias, la auténtica Plaza de Toros de Ubrique, a la que hemos aludido en tantas ocasiones y sobre la que han escrito los historiadores ubriqueños, perdida para siempre por intereses económicos y un "estúpido montón de dinero".
El otro edificio demolido era más sencillo, y no oímos que nadie llorara, excepto una pequeña que debe de llevar en los genes el afán de proteger nuestro patrimonio que tenía su abuelo, Manuel Cabello.
Era la sencilla y preciosa Casilla de Peones Camineros de la salida de Ubrique. No la de la fotografía, que esa era más antigua y se fue cayendo con el paso del tiempo, sino la que estaba donde ahora luce una "preciosa" gasolinera y se levanta un "bello" supermercado, llenos los dos de historia.
Construída en los años 20 en un alarde de modernismo, la casilla de peones camineros era un hito a la entrada de Ubrique.
Al empezar a construir los polígonos nuevos, esos que se entremezclan con las viviendas de la Vega, y que son una maraña de mini-calles , parecía que en los planes del "lumbreras" que ideó ese desastre urbanístico entraba el respetar la casita.
Nos constaba que había varios proyectos para su reutilización y el edificio era valioso en sí, no sólo como muestra de la arquitectura ubriqueña de principios del siglo pasado, sino por los magníficos azulejos de Triana y las tejas esmaltadas que lo decoraban, además de las dos hornacinas pintadas a mano. La verdad es que confiábamos en que iban a proteger esta obra de arte.
El otro edificio demolido era más sencillo, y no oímos que nadie llorara, excepto una pequeña que debe de llevar en los genes el afán de proteger nuestro patrimonio que tenía su abuelo, Manuel Cabello.
Era la sencilla y preciosa Casilla de Peones Camineros de la salida de Ubrique. No la de la fotografía, que esa era más antigua y se fue cayendo con el paso del tiempo, sino la que estaba donde ahora luce una "preciosa" gasolinera y se levanta un "bello" supermercado, llenos los dos de historia.
Construída en los años 20 en un alarde de modernismo, la casilla de peones camineros era un hito a la entrada de Ubrique.
Al empezar a construir los polígonos nuevos, esos que se entremezclan con las viviendas de la Vega, y que son una maraña de mini-calles , parecía que en los planes del "lumbreras" que ideó ese desastre urbanístico entraba el respetar la casita.
Nos constaba que había varios proyectos para su reutilización y el edificio era valioso en sí, no sólo como muestra de la arquitectura ubriqueña de principios del siglo pasado, sino por los magníficos azulejos de Triana y las tejas esmaltadas que lo decoraban, además de las dos hornacinas pintadas a mano. La verdad es que confiábamos en que iban a proteger esta obra de arte.
La Fuente de San Francisco, entrada a Ubrique
Trabajos de reorganización urbanística, 1991Foto de Manuel Cabello
Trabajos de reorganización urbanística, 1991Foto de Manuel Cabello
Nuestro padre había presentado al Ayuntamiento el 1991, fecha en que se empezó a organizar la zona de la carretera de Cortes desde el punto de vista urbanístico, un escrito proponiendo que se utilizara esa casa como Oficina Municipal de Turismo, y se aprovechara su amplitud para exponer una muestra de artículos de piel antiguos, que hablaran de nuestra historia y nuestras habilidades artesanas.
Más tarde otros colectivos presentaron diferentes proyectos para su reutilización, ya en el aiglo actual.
Así que nos quedamos desolados cuando una tarde, en nuestro habitual paseo hacia la Vega, comprobamos con horror y estupefacción que la habían demolido. No quedaba nada. Nuestra hija pequeña no se lo podía creer "Mamá, la han tirado, enterita, no nos han dejado nada".
Recorrimos las ruinas y recuperamos varios trocitos de azulejos, que guardamos aún, unas cuantas plantas de lirios, que plantamos en nuestro campo, y varias piedras de Tarifa, de las talladas a mano. Eso fue todo lo que quedó de la Casilla de Peones Camineros de Ubrique...
Quizás a quien se enriqueciera con esta destrucción le valiera la pena.
Nuestro padre no se habría estado callado, él pensaba que nuestro patrimonio era sagrado, desde lo más mínimo hasta los grandes edificios, todo merecía la pena, son retazos de nuestra historia y hay que cuidarlos.
Más tarde otros colectivos presentaron diferentes proyectos para su reutilización, ya en el aiglo actual.
Así que nos quedamos desolados cuando una tarde, en nuestro habitual paseo hacia la Vega, comprobamos con horror y estupefacción que la habían demolido. No quedaba nada. Nuestra hija pequeña no se lo podía creer "Mamá, la han tirado, enterita, no nos han dejado nada".
Recorrimos las ruinas y recuperamos varios trocitos de azulejos, que guardamos aún, unas cuantas plantas de lirios, que plantamos en nuestro campo, y varias piedras de Tarifa, de las talladas a mano. Eso fue todo lo que quedó de la Casilla de Peones Camineros de Ubrique...
Quizás a quien se enriqueciera con esta destrucción le valiera la pena.
Nuestro padre no se habría estado callado, él pensaba que nuestro patrimonio era sagrado, desde lo más mínimo hasta los grandes edificios, todo merecía la pena, son retazos de nuestra historia y hay que cuidarlos.
Cuando alguien nos visitaba Manuel hacía de orgulloso guía improvisado de nuestro pueblo, y se vanagloriaba de las fuentes, las plazas, los azulejos, los monumentos. Hacía escritos a todas las autoridades para que el Convento, el San Juan y el San Pedro fueran restaurados y recuperados (hoy estaría muy contento).
Intentó por todos los medios que en el Rodezno se recuperara una tenería y un molino. Recogemos el testigo para recordar a nuestros mandatarios que tienen un deber con todo el pueblo, que tienen que mantener y conservar nuestro patrimonio cultural por encima de tantos intereses económicos.
Cuando la recuperación era fácil, Manuel se organizaba yla hacía con sus propias manos, así restauró la Cruz del Puerto, en la carretera de Benaocaz, el Vía Crucis del Calvario y el Vía Crucis del padre Buenaventura. La Cruz del Puerto la robaron hace muchos años unos desalmados, y los dos Vía Crucis vuelven a estar desaparecidos.
Intentó por todos los medios que en el Rodezno se recuperara una tenería y un molino. Recogemos el testigo para recordar a nuestros mandatarios que tienen un deber con todo el pueblo, que tienen que mantener y conservar nuestro patrimonio cultural por encima de tantos intereses económicos.
Cuando la recuperación era fácil, Manuel se organizaba yla hacía con sus propias manos, así restauró la Cruz del Puerto, en la carretera de Benaocaz, el Vía Crucis del Calvario y el Vía Crucis del padre Buenaventura. La Cruz del Puerto la robaron hace muchos años unos desalmados, y los dos Vía Crucis vuelven a estar desaparecidos.
Restauración del Vía Crucis del Calvario
Publicado en el libro "Ubrique, encrucijada histórica"
Foto: Manuel Cabello
Publicado en el libro "Ubrique, encrucijada histórica"
Foto: Manuel Cabello
Otro de sus lugares preferidos era el "Puente Romano" del Naranjal. No se trata en realidad de un puente romano, puede que sea medieval o incluso posterior (forma parte de la Calzada que va a Jimena), pero los niños lo llamábamos así, y cuando en las tarde de paseo o en los días de paella en la Vega pasábamos por la zona, siempre cruzábamos por nuestro "Puente Romano".
Nuestro padre sentía especial interés por este puente, lo mismo le pasaba con el puente de Carlos III, pensaba que eran dos obras de arte y como tal había que protegerlas.
El "puente de Carlos III" estuvieron a punto de demolerlo, porque alguien pensó en un momento dado que era el causante de las inundaciones en la zona baja del pueblo. Afortunadamente todo el mundo estuvo de acuerdo y no corrió la misma suerte que su vecina (la Plaza de Toros). Hoy lo conservamos orgullosos y podemos seguir cruzándolo.
Foto: Luis Eduardo Rubio Bernal, enero 2010
Y nuestro "puente romano" ahí sigue, solito enmedio de la crecida descontrolada del río. Ha soportado este invierno los embates del trasvase, y ha aguantado él solo, con sus años y su vejez, toda la fuerza del agua embravecida.
¿No es eso suficiente muestra para que hagamos algo por él?
Quizás en unos años haya desaparecido, y con él un trocito de nuestra historia.
No debemos esperar a entonces para lamentarnos. Desde aquí hacemos un llamamiento a quien corresponda para que tome cartas en el asunto y cuando reparen los caminos de la Vega reparen y protejan nuestro "puente romano", quizás separándolo un poco de la corriente, para que así pueda conservarse y nuestros nietos no hayan perdido aún más su patrimonio.
¿No es eso suficiente muestra para que hagamos algo por él?
Quizás en unos años haya desaparecido, y con él un trocito de nuestra historia.
No debemos esperar a entonces para lamentarnos. Desde aquí hacemos un llamamiento a quien corresponda para que tome cartas en el asunto y cuando reparen los caminos de la Vega reparen y protejan nuestro "puente romano", quizás separándolo un poco de la corriente, para que así pueda conservarse y nuestros nietos no hayan perdido aún más su patrimonio.
Esperanza Cabello Izquierdo, enero 2010